Fechas Patrias
mi columna en Radio Jai el 26 de marzo de 2023
Al tiempo que transcurre esta columna semanal se están cerrando cuarenta y ocho intensas horas para todo el pueblo judío y muy en especial para los judíos israelíes: el lunes al atardecer Israel arrancaba el nuevo día del calendario hebreo en luto y memoria; y este miércoles cuando allí está atardeciendo, como diría Serrat, van “bajando la cuesta porque se acabó la fiesta”.
Siempre ha sido difícil entender este tránsito inmediato entre el duelo y la algarabía, entre el fin de Iom Hazikaron y el comienzo de Iom Haatzmaut. La convivencia contigua en el tiempo de sentimientos tan opuestos es algo muy judío. También lo es la ficción de que en un momento es una fecha y al siguiente ya no: por ejemplo, es Shabat hasta cierta hora con su minuto exacto, y al siguiente ya podemos encender nuevamente el fuego. Así fue ayer en Israel entre la recordación y la celebración: un instante marcó la diferencia.
La vida judía, con sus setenta y dos días festivos tal como mandata la Torá a un pueblo que nació de la esclavitud, es eso: una sucesión de días comunes, de trabajo y superación cotidiana, con pausas de descanso y superación espiritual; una sucesión histórica de tristezas y duelos alternando con júbilo y algarabía
Estos dos días también han simbolizado, tradicionalmente, la unidad del pueblo judío y sionista. Quienes asisten a los cementerios o Actos en todo Israel, o simplemente miran programas desgarradoramente testimoniales en la televisión, y quienes salen a bailar y cantar a las calles unas horas después, a hacer barbacoas en los bosques de Israel, o simplemente juntarse en familia, son, por un rato, todos uno. Parafraseando a Serrat una vez más, “juntos los encuentra el sol” a estas “gentes de cien mil raleas”.
La paradoja es que este aniversario “redondo”, estos setenta y cinco años, nos encuentran no tanto divididos (porque lo de la unión siempre ha sido un ideal festivo pero no es una realidad cotidiana) sino que explícitamente divididos. Las “protestas” en Israel no ceden, el Gobierno tampoco (aunque esconde por un rato sus cartas), y la expectativa está puesta en el día después. ¿Cómo se sigue? ¿Qué sucederá? ¿Pasará Israel de una “guerra civil” en un sentido metafórico a una confrontación real?
Hasta ahora, si bien nadie se atribuye el liderazgo personal de las mismas, las “protestas” son Oposición. Si las fuerzas que pusieron en el Gobierno a la actual coalición salen también a “protestar” a las calles, ¿cuáles pueden ser las consecuencias? El temor está latente, es real, concreto, y posible. Quienes han “protestado” son quienes no tienen otras “armas” porque no son Gobierno; si ahora protestan quienes sí lo tienen, las armas podrían tornarse literalmente letales. No faltan armas en Israel, y últimamente no faltan fanáticos. En ambos lados.
En la diáspora la situación ha permeado a todos los niveles. Hasta la comunidad más pequeña ha sido atravesada por esta inesperada “grieta” en el corazón del pueblo judío. No que no las tuviéramos antes, sería ingenuo negarlas; pero nunca antes unos habían querido imponerse a los otros, ahogar las voces, negar las opciones hasta su silencio.
La matonería y el bullying con el que el Gobierno de Israel actual acometió su “reforma judicial”, hoy claramente sólo la punta del iceberg, ha contaminado los vínculos comunitarios. La Democracia no es sólo el gobierno de la mayoría (en Israel hay un tema en cómo se construye una mayoría parlamentaria), sino el respeto de las minorías; en especial cuando estas demuestran ser cada vez más grandes. En este contexto, Actos comunitarios colectivos, hechos con creatividad, esfuerzo, y mucho amor, se han visto desvirtuados por un discurso de confrontación.
En estas fechas “patrias” sionistas Israel, nuestra luz y ejemplo, nos está contagiando el divisionismo que la ha invadido. En estas fechas patrias, usando la terminología de Micah Goodman, Israel parece haber cedido el sentimiento nacional ante el avance de los sentimientos tribales. Históricamente, está demostrado que ese no es el camino a seguir. Ojalá el 76º aniversario del Estado de Israel nos encuentre encaminados hacia su segundo siglo de existencia con algunos temas ya resueltos y otros en proceso de resolverse. Al estilo judío: conversando, tomando nota de las minorías, y legislando con sentido común y en bien de todos.