Iom Hazikaron: Testimonio.
Testimonio de Orit Avnery en Iom Hazikaron 5783.
Desde que me recuerdo a mí misma estoy presente cada año en el Día de los Caídos en el Monte Herzl. Cada año la misma historia (hubo un año en el que intenté huir y no pude).
Este año llegamos, como siempre, una hora antes de la ceremonia. La familia Berinboim, nuestros “vecinos» en el cementerio, nos dijeron que había alguien esperándonos ya una hora. Vi a un hombre con un gran sombrero azul. Me volví hacia él y me presenté. Me dijo «Yo era el comandante de tanques de tu papá».
Con palabras medidas, con precaución, con dolor y agonía comenzó a contar la historia de mi papá en la batalla, sus últimas horas de vida.
Habíamos escuchado la historia de boca del abuelo, de bendita memoria, tal como él la supo unos seis meses después de la guerra producto de su encuentro con este comandante, pero desde de aquel único encuentro no volvieron a verse, y el comandante calló, hasta ahora. Cada año en el Día en Memoria de los Caídos vino al Monte Herzl, así nos dijo, pero sólo después de la ceremonia, después de que todos se hubieran ido.
El año pasado decidió que este año llegaría temprano y trataría de conocer a las familias. De modo que en definitiva no me esperó durante una hora. Esperó cincuenta años. Algunas cosas llevan tiempo. Incluso después de cincuenta años, cosas inesperadas siguen sucediendo en la Guerra de Yom Kippur
Sus heridas siguen abiertas, la dificultad es claramente visible por cada palabra que pronuncia su boca, pero decidió quedarse allí, que estaba listo para enfrentar los demonios del pasado. Así nos quedamos a su alrededor: mis hijos, mi madre, la familia extendida que siempre viene a abrazarnos y arroparnos, y yo. Todos escuchamos la historia de primera mano. Con emoción y lágrimas.
En medio de toda la tristeza y la tragedia quiero aferrarme a un punto. En el caos de la guerra, por supuesto, nadie se conocía en el tanque. Era un equipo agrupado en el lugar, en el campamento, simplemente con quienes estaban disponibles. El tanque de papá fue alcanzado por una bomba siria. Papá fue herido. El comandante del tanque, Yair Ben Ze’ev, ordenó abandonarlo y correr e intentar encontrar refugio detrás de las terrazas de piedra que había en la zona. Papá dijo que no podía caminar.
Zacharia Tanaomi, un joven de Kfar Saba, con quien mi papá no había tenido jamás contacto previo, le dijo a mi papá, heroicamente: «Te ayudaré». Así, mientras otros hicieron lo más natural y trataron de escapar del fuego cruzado de los sirios, Zacharya Tanaomi ofreció a papá un apoyo. Ambos fueron alcanzados por disparos de ametralladora siria y murieron en el lugar.
Zachariah está enterrado junto a mi padre en el Monte Herzl y quiero, en este día, con ustedes, elevar su memoria.
No consiguió una condecoración y no salvó a nadie. Sólo ofreció ayuda a mi papá. Dos chicos de poco más de 20 años, en el infierno de la guerra. Que su memoria sea bendición y que sepamos ser dignos de ella.
Traducción del Hebreo: Ianai Silberstein