La ocupación ha derrotado al Estado
Gideon Levy, Haaretz, 12 de marzo de 2023
El jueves por la noche, en un solo momento, todo quedó unido en una única imagen. Un hombre armado abrió fuego contra los transeúntes en la calle Dizengoff en Tel Aviv mientras los últimos manifestantes contra el golpe judicial se dispersaban hacia sus casas. Los primeros informes fueron confusos, como de costumbre: ¿fue un ataque terrorista, un incidente criminal o tal vez un intento de asesinato político? Por un momento, la protesta quedó vinculada con la ocupación.
La situación se aclaró rápidamente. El ataque no tuvo nada que ver con la protesta, pero ya no es posible seguir ocultando la conexión: la ocupación es la raíz de la mayoría de los males contra los que los israelíes se están manifestando, incluso si no están dispuestos a admitirlo. Es realmente la raíz de todos los males. Si no fuera por ella, Israel sería un lugar mejor; si no fuera por ella, muchas de las fuerzas de destrucción no serían tan fuertes. Es por eso que es hora de admitir que la ocupación y los asentamientos han derrotado al Estado de Israel. Han ganado, y el Estado colapsa debajo de ellos. Lo que comenzó con la Guerra de los Seis Días de junio de 1967 y el séder de Pésaj de abril de 1968 en el Hotel Park en Hebrón, llegó al corazón del país, se asentó en él, lo devoró desde el interior y es la causa de su putrefacción. El proceso tardó más de lo previsto, pero está ocurriendo a un ritmo alarmante ante el cansancio de nuestros ojos. La suerte está echada. Es una pena que los manifestantes no vean sus orígenes.
Conectar todo con la ocupación nunca fue correcto. Los que lo hicieron fue porque tomaron el camino más fácil. Israel se enfrenta a una multitud de otros desafíos y males que no tienen nada que ver con eso. Pero la ocupación lo eclipsa todo. Su maldición también sobrevuela el golpe al sistema judicial. La mayoría de las fuerzas que impulsan el golpe brotaron en los semilleros de los colonos o sus defensores y cómplices. Sin ocupación no habría asentamientos, y si no hay asentamientos no habría Bezalel Smotrich, ni Itamar Ben-Gvir, ni Simja Rothman. Así de simple. Sin ocupación no habría tanta gente con kipá en todos los centros de poder. Sin ansias de anexión y codicia de territorio, no habría Yariv Levin. Sin ocupación igual habría racismo, pero menos. Tal vez incluso Benjamin Netanyahu habría sido diferente. Toda la política israelí habría sido diferente si mantener la ocupación no se hubiera convertido en su principal objetivo.
La ocupación dio a luz al nuevo y genérico malandra israelí: un matón que no le rinde cuentas a nadie. Agresivo y por lo general ignorante. Que desprecia la ley y el orden del mundo. Que cree que todo está permitido – incluso mentir – por el bien de la Tierra de Israel. La corrupción también nació allí, entre el valle de Dotan y las colinas del sur de Hebrón. No es que no hubiera ladrones y asesinos antes del Consejo de Asentamientos de Yesha, pero la putrefacción judicial, el engaño como norma, el robo como algo políticamente correcto y, por supuesto, la violencia como un fenómeno legítimo e incluso reverenciado, todo esto floreció con la ocupación. Y si está permitido allí, ¿por qué no aquí? Aquellos que fueron entrenados para quemar y disparar en Hawara como opción primaria y preferida no abandonarán esto fácilmente a unos pocos kilómetros al oeste. Lo diré de nuevo: no todo es culpa de la ocupación, pero mucho más de lo que Israel admite sí es culpa de ella. Es muy triste que la mayoría de los que están protestando aún no lo haya reconocido.
Si no fuera por la ocupación, no habría golpe al sistema judicial. Sí, la cuestión es así de radical. El poder judicial – que no es el peor sistema dentro del gobierno de Israel – fue elegido como un objetivo para la agitación, sobre todo porque es el último obstáculo antes de soltar todas las riendas. Incluso con el sistema legal tal como está, es posible hacer casi cualquier cosa en los territorios, pero su eliminación hará desaparecer la última limitación. Entonces será posible robar a plena luz del día en lugar de en la oscuridad de la noche, ejecutar a las personas con el beneficio de un juicio y no sólo mediante asesinato selectivo, expulsar, arrestar, torturar y destruir sin obstáculos. Por lo tanto, el endurecimiento de la ocupación es una de las principales motivaciones para el golpe. Sin eso, la derecha podría vivir con el poder judicial, si tan solo quitara las manos de encima de Netanyahu.
Imagínense a Israel sin la ocupación. Verían un país muy diferente.
Lo diré de nuevo: no todo es culpa de la ocupación, pero mucho más de lo que Israel admite sí es culpa de ella. Es una macana que la mayoría de los manifestantes todavía no lo reconozcan.
Traducción: Daniel Rosenthal