Respuestas Personales a la Reflexión
a continuación respuestas y reflexiones mías a las preguntas planteadas por Roberto Cyjon en su Carta Abierta que publicamos adjunta. vale la pena leer primero su texto y sólo luego este.
“Es en este desarrollo de reflexiones que aspiro a detenernos y pensar:”
- “¿cuál es nuestro rol como comunidad judía local?”
Como en cualquier tema o asunto que atañe a “lo judío” en toda su amplitud, el rol de nuestra comunidad judía en Uruguay es hacernos cargo del tema y considerarlo, no eludirlo o soslayarlo. Si por algún motivo llegamos a la conclusión que soslayar o minimizar un tema es lo correcto o lo conveniente (no siempre van de la mano), también es válido; siempre que lo hayamos considerado en profundidad y con honestidad. En el caso en particular de las reformas judiciales en Israel y de la tendencia dogmatizante del establishment religioso, amparados por la legitimidad de las elecciones, creo que ambos asuntos son ineludibles e insoslayables. Es más: discutirlos nos enaltece y enriquece como judíos y/o sionistas.
- ¿tenemos derecho a tomar parte de estos acontecimientos?
No tenemos derecho ni posibilidad porque no vivimos en Israel, seamos ciudadanos israelíes o no (potencialmente, como judíos, por ahora, todos lo somos). No podemos votar ni manifestar. Estas han sido las dos manifestaciones democráticas de los últimos dos meses que legalmente expresan la opinión pública israelí. El sistema electoral israelí ampara a la coalición de gobierno y la libertad de expresión ampara a los manifestantes (por ahora). “Formar parte” desde fuera de Israel sería manifestar de alguna manera que tuviera algún tipo de consecuencia real. De lo contrario, no somos más que opinión pública judía. Que no es poca cosa.
- ¿debemos observarlos a la distancia como algo competente exclusivamente a los ciudadanos israelíes?
Debemos observarlos. Es irremediablemente “a la distancia” pero no compete exclusivamente a los ciudadanos israelíes (que viven en Israel, votan, pagan impuestos, etc). Israel como Estado Judío (que es y debe ser para siempre, en forma inequívoca) es centro de la vida judía y por lo tanto carga con la mayor responsabilidad de preservar un judaísmo amplio, plural, diverso, y auténtico, en todas sus vertientes. Todo cambio de régimen o prioridades en Israel permeará al mundo judío tarde o temprano. Sus éxitos nos fortalecen, sus errores nos debilitarán. Israel es modelo y debe estar a la altura de su rol. Si más y más judíos dejan de ver a Israel como un valor, también dejarán de ver su judaísmo como tal. Excepto los ultra-religiosos cuyo judaísmo tiene otro soporte y otras murallas (“haz un cerco alrededor de la Torá”, Pirkei Avot 1:1). Por todo ello, nos compete, aunque nuestra incidencia sea relativa.
- ¿correríamos el riesgo de alimentar las pasiones y argumentos de los enemigos del Estado de Israel o vulgares antisemitas?
No sólo esas pasiones existen “desde siempre”, también siempre fueron altamente inflamables ante cualquier acto judío, sea ético, de fe, de pureza, de salud, o de defensa propia; en otras palabras, el antisemitismo no necesita excusas. Así como el filosemitismo no precisa explicaciones porque parte de un convencimiento racional sobre las bondades del judaísmo en el marco de la humanidad. Como judíos, manifestarnos en torno a lo que sucede en nuestro Estado, nuestra segunda patria, es nuestro derecho y obligación; no hacerlo por miedo es no reconocer los cambios históricos que el Sionismo e Israel trajeron consigo. Si el discurso antisemita limita nuestros derechos y obligaciones, le estamos cediendo un triunfo inmerecido. Es como si en Varsovia los judíos no hubieran llevado a cabo el Levantamiento porque sabían que perdían. Como perdieron. Y sin embargo, se trataba de valores.
- ¿sería mejor callar y esperar que cierto sentido común ilusorio, ingenuo -o no- modifique esta situación aciaga y nos sintamos mejor una vez conseguida?
En este caso creo que callar no es una opción. Pero hablar un tema no supone necesariamente que uno pueda incidir en él, sólo aprender, profundizar, y mejorar en torno al mismo. Creo que la crisis en Israel será una gran oportunidad, y no sólo para los israelíes, para quienes hay mucho más en juego que valores: hay una economía, un sistema de defensa, una industria tecnológica y militar, y una infraestructura de inmigración que pueden verse afectados en el mediano o largo plazo. Creo que la oportunidad también la tenemos los judíos que no vivimos en Israel: replantearnos valores, prioridades, desafíos. Esperar no es una respuesta, en este caso. Puede que la situación se revierta o cambie, pero ya no seremos los mismos. Hay que estar preparados para el judaísmo por venir.
- ¿correríamos el riesgo de ser cómplices pasivos en caso que la democracia israelí, tan querida y valiosa para nosotros, se debilite o agonice?
Cómplice sería aquel que apoya esta forma de introducir los cambios, el que celebre a la Derecha cuasi-fascista que es parte del Gobierno, el que no quiera siquiera discutir el asunto. Todo el resto, aun en el apoyo a una reforma y aun comulgando con el dogma religioso ortodoxo, en la medida que dé su discusión, no es cómplice de nada.
- un indignado periodista no judío azorado ante la injusticia antisemita, quien se expresó mediante dos palabras: Yo acuso, ¿no nos demostró que pueden erigirse en modelo, emblema y marca indeleble en la historia?
A las contundentes palabras de Emile Zola me permitiré sumar las conclusiones de Paul Johnson en el epílogo a su “Historia de los Judíos” en que hace referencia a su rol histórico: “Fueron ejemplos y paradigmas de la condición humana. Parecía que presentaban con claridad y sin ambages todos los dilemas inexorables del hombre. Fueron los «forasteros y viajeros» por antonomasia. Israel, fundado para realizar un ideal humanitario, (y que) ha descubierto en la práctica que necesita mostrarse implacable si quiere sobrevivir en el mundo hostil. Parece que el papel de los judíos es concentrar y dramatizar estas experiencias comunes de la humanidad, y convertir su destino particular en una moral universal. Pero si los judíos asumen este papel, ¿quién se los asignó?” Precisamente por esta última pregunta, en cuya respuesta coincido con Johnson, creo que es tan relevante hacernos cargo de todo lo que está en juego estos días en Jerusalém: “Los judíos han creído que eran un pueblo especial, y lo han creído con tanta unanimidad y tal pasión, y durante un periodo tan prolongado, que han llegado a ser precisamente eso. En efecto, han tenido un papel porque lo crearon para ellos mismos.”