El Golpe de Bibi a la Start-Up-Nation

Thomas Friedman, The New York Times, 14 de febrero de 2023

Para entender el daño económico inherente y el fraude moral de la imprudente y precipitada embestida del primer ministro Benjamin Netanyahu para hacer aprobar una revisión total del sistema judicial de Israel y ponerlo bajo su control, mientras enfrenta cargos de corrupción, solo hace falta analizar dos estadísticas y formular una pregunta.

Las dos estadísticas: The Economist clasificó a Israel como la cuarta economía con mejor desempeño en 2022 entre los países de la OCDE. Y en 2020, Israel ocupó el 19º puesto entre las economías del mundo, llegando al top 20 en función del PIB per cápita por primera vez en su historia, por delante de Canadá, Nueva Zelanda y Gran Bretaña.

Así es: Israel ha estado disfrutando de un milagro económico silencioso en las últimas décadas, y ningún líder israelí merece más crédito por eso que Netanyahu. Durante sus 15 años anteriores como primer ministro hizo – en mi opinión – un excelente trabajo ayudando a transformar a Israel en la nación de start-ups líder del mundo. Aplicó políticas económicas inteligentes para atraer a los inversores. Iba a cualquier parte para hablar con cualquiera (¡excepto conmigo!) para promover la economía israelí. Y desempeñó un papel clave en proporcionar recursos gubernamentales para que la comunidad de alta tecnología de Israel pudiera forjarse posiciones líderes en el mundo en tecnologías de ciberseguridad, conservación del agua, energía solar y salud digital.

Así que uno no puede sorprenderse por el hecho de que muchos inversores globales e israelíes estén mirando a Israel hoy y se hagan esta simple pregunta: si el sistema legal israelí, que ha evolucionado gradual y colaborativamente en los últimos 75 años, era tan malo y está tan necesitado de una cirugía radical de emergencia de la noche a la mañana, sin ningún debate nacional, ¿cómo ayudó a producir y proteger el milagro económico israelí de los últimos 20 años, que Netanyahu siempre y justificadamente se atribuye, y ha tornado la clase media de Israel en increíblemente próspera?

Nada es más peligroso para la prosperidad continua de Israel que la incapacidad de Netanyahu de hoy día para dar una respuesta creíble a esta simple pregunta. Porque en ausencia de una respuesta creíble, lo único que se puede creer, lo único que los inversores extranjeros creen cada vez más, es que todo el proceso está siendo impulsado por un pequeño grupo de ideólogos autoritarios de extrema derecha, un think-tank de extrema derecha inspirado en la Federalist Society (Sociedad Federalista) de los Estados Unidos y un primer ministro que parece tan desesperado por escapar de su juicio por cargos de fraude, soborno y abuso de confianza del año 2020, que está listo para cambiar las reglas completas de la versión israelí del juego Monopoly para asegurarse su propia tarjeta de salida de la cárcel gratuita.

Eso sí que da miedo.

Cualquier inversor, ya sea extranjero o local, debería estar preocupado por la posibilidad de que Netanyahu esté permitiendo que los extremistas judiciales que forman parte de su gabinete enciendan simultáneamente una intifada legal en Israel y una intifada palestina en Cisjordania. Y lo están haciendo en un mundo hiperconectado, en el que los inversores estadounidenses y europeos ahora tienen una fuerte motivación para proteger cuidadosamente sus calificaciones E.S.G. que miden la resiliencia y la exposición de una empresa a los riesgos ambientales, sociales y de gobernanza corporativa a largo plazo.

Y hablando de los riesgos de gobernanza… El propio presidente de Israel, Isaac Herzog, lanzó una advertencia pública diciendo que la negativa de la coalición gobernante de Netanyahu a entablar un diálogo tranquilo y paciente con la oposición sobre las transformaciones propuestas para el sistema legal israelí y la independencia de la Suprema Corte de Israel “nos está destrozando desde adentro, y les digo alto y claro: Este barril de pólvora está a punto de estallar. Esto es una emergencia”. Como regla general, a los inversores no les gusta invertir en países alborotados por protestas y caos.

Es por eso que algunos han comenzado a apretar el botón de pausa. Leo Bakman, presidente del Instituto para la Innovación de Israel, una organización sin fines de lucro que funciona como incubadora para 2.500 start-ups, resumió las actuales preocupaciones de la comunidad empresarial israelí en una entrevista otorgada al periodista de Haaretz Hilo Glazer el fin de semana pasado.

“Los inversores están dando un paso atrás y diciendo: ‘Decidan primero si son una democracia o una dictadura, y luego hablaremos’“, dijo Bakman. “Mire, he estado trabajando con ministerios del gobierno durante años”. Y continuó: “Siempre hemos sido apolíticos. Si pensara que esta ‘reforma‘ [judicial] es como pegarse un tiro en un pie, probablemente lo pensaría dos veces antes de hablar. Pero creo que nos estamos pegando un tiro en la cabeza”.

Esa es también la razón por la que, entre bastidores — detrás de su fanfarronería pública de “no te preocupes, sé feliz” — mis contactos de negocios me dicen que Netanyahu y su asesor estratégico Ron Dermer han estado llamando a líderes corporativos y financieros globales, e incluso a economista como Lawrence Summers para tratar de persuadirlos de que la vertiginosa y radical transformación judicial que están imponiendo no desatará una inestabilidad social y económica de tanta magnitud como para que sus empresas deban considerar congelar nuevas inversiones o transferir su dinero a casa.

Pero cuanto más llaman Netanyahu y Dermer para decirles que no se preocupen, más se preocupan esos inversores de que sí tienen algo de qué preocuparse.

Un informe del domingo pasado de Calcalist, uno de los periódicos de negocios más importante de Israel, dice: “Una investigación de Calcalist muestra que un gran número de compañías de alta tecnología, cuyos gerentes no están involucrados en absoluto en la protesta contra el golpe judicial, están retirando silenciosamente de Israel los saldos de efectivo de sus empresas. Un examen de docenas de empresas de alta tecnología que cotizan en bolsa, de unicornios y de start-ups muestra que desde el viernes pasado 37 empresas decidieron retirar 780 millones dólares de cuentas bancarias en Israel, transfiriendo el dinero a bancos de otros países”.

El martes, The Times of Israel informó que los principales banqueros del país se reunieron con el Ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, y le informaron que estaban viendo “señales tempranas” de que la reforma judicial radical planificada “dañará la economía e instó a la coalición a adoptar un plan de compromiso propuesto por el presidente Isaac Herzog”.

Según el Canal 12 de Israel, Uri Levin, el CEO del Israel Discount Bank, uno de los más grandes del país, le dijo al Ministro de Finanzas: “Vemos que el interés en abrir cuentas de ahorro en bancos extranjeros se ha multiplicado por diez. El shekel se está debilitando, el riesgo país de Israel está aumentando, y a nuestra bolsa de valores le va peor que a otras alrededor del mundo. El mercado se basa en la confianza, y si no detenemos esto ahora, podemos encontrarnos en una profunda crisis”.

Esto ocurre después de que Amir Yaron, el gobernador apartidario del Banco Central de Israel, supuestamente advirtió a Netanyahu – después de hablar con líderes empresariales en Davos – que “los planes de la coalición gobernante para voltear al poder judicial podrían ahuyentar a los inversores e impactar negativamente en la calificación crediticia del país”, informó The Times of Israel.

Cuidado: No debemos hacernos ilusiones de que el mercado salvará de alguna manera la democracia de Israel por el solo bien de la democracia. La manada electrónica de inversores globales no tiene alma. Sacará su dinero de Israel o colocará su dinero en Israel en función de un solo criterio: la capacidad de obtener ganancias. Solo pregúntenle a China.

He aquí por qué uno de los inversores en alta tecnología más importantes y veteranos de Israel, que pidió no ser identificado por temor a represalias del gobierno, está tan preocupado. “No es que veremos una estampida de todas las empresas tecnológicas huyendo”, me dijo. “Pero la gente está muy preocupada de que las reglas del juego se estén cambiando unilateralmente. Sin importar si Israel era socialista o capitalista, el gobierno y la comunidad empresarial siempre se sentaron juntos y acordaron lo que era lo mejor para el país. Ahora estos tipos están viniendo con todo tipo de cambios radicales unilaterales. La gente se siente amenazada porque no sabe cuál será la próxima sugerencia mañana”.

Continuó diciendo que los inversores extranjeros siempre confiaron en la justicia israelí. Si las empresas extranjeras tenían desacuerdos con el gobierno israelí sobre el despido de empleados o con la autoridad de tierras sobre la propiedad o con la autoridad aduanera sobre las importaciones, sabían que podían ir a la justicia y obtener una audiencia justa. Pero si este golpe judicial se lleva a cabo, “y los tribunales y el gobierno se convierten en la misma cosa y luego tienes una disputa con el gobierno, ¿a dónde irás para obtener una audiencia justa?”

Además, dijo que los inversores e innovadores internacionales e israelíes deben decidir dónde registrar sus empresas, en Estados Unidos, en Europa o en Israel, y dónde colocar sus ganancias. Si este golpe judicial radical sigue adelante, agregó, veremos más y más empresas registrándose en otros países y trasladando sus recursos a otros países. Es por eso que los jóvenes tecnólogos israelíes, que están siendo cortejados por todas las principales empresas tecnológicas del mundo, ahora se están preguntando si deberían quedarse o irse.

Netanyahu cree que puede lograr un impasse y afinar todo esto con los inversores, dijo, y agregó: “El problema es: ¿Y si está equivocado? Los riesgos son enormes”.

El daño no ocurrirá de la noche a la mañana, pero con el paso del tiempo, y concluyó: “Será como cuando las termitas se están comiendo tu casa. Todo se ve muy bien hoy, pero de repente, un día, la casa se derrumbará”.

Traducción: Daniel Rosenthal