Apuntes y reflexiones sobre una situación peligrosa

Extractos del artículo de Yossi Klein Halevi, The Blogs, Times of Israel, 5 de enero de 2023

  • El gobierno de Netanyahu es el más extremista desde el punto de vista político; el más corrupto desde el punto de vista moral; y por añadidura, el más despreciativo de la buena gobernanza en toda la historia de Israel. Hemos conocido gobiernos con elementos extremistas y gobiernos plagados de corrupción o de ineptitud. Pero no todo a la vez, y no en esta medida.
  • Este gobierno que habla en nombre de la Torá profana el nombre del judaísmo. Este gobierno que habla en nombre del pueblo judío corre el riesgo de desgarrar la relación entre Israel y la Diáspora. Este gobierno que habla en nombre del ethos israelí es la mayor amenaza para el ethos que mantiene unidos a los israelíes. Este gobierno que habla en nombre de la seguridad de Israel es un regalo inimaginable para aquellos que buscan aislar y criminalizar al estado judío.
  • Los liberales hemos aprendido a vivir con la tragedia de gobernar sobre el pueblo palestino porque no había otra alternativa, porque no había ningún socio palestino para la paz que fuera creíble. Pero ¿cómo viviremos con la angustia moral si La Ocupación se vuelve irreversible por nuestra propia mano? ¿Y cómo viviremos con la dominación permanente sobre otro pueblo mientras nuestras propias instituciones democráticas están amenazadas? ¿Y cómo viviremos con la amenaza a nuestra democracia mientras la creciente población ultraortodoxa se convierte en una carga financiera cada vez mayor?
  • Ningún gobierno tiene la autoridad moral para desmantelar el ethos que nos mantiene unidos. No hubo diferencia entre Menachem Begin y David Ben-Gurion, o para el caso, entre Yair Lapid y una encarnación anterior del propio Netanyahu, en lo que tiene que ver con su compromiso con Israel como un estado judío y democrático.
  • Ni siquiera las Fuerzas de Defensa de Israel están ahora fuera de su alcance. Están instalando a Bezalel Smotrich en el Ministerio de Defensa como un contraministro y tienen la intención de transferir la autoridad del nombramiento del capellán jefe del ejército de las Fuerzas de Defensa de Israel al rabinato estatal. Planean arrancar a la Policía Fronteriza de la autoridad de las Fuerzas de Defensa de Israel y entregársela a Itamar Ben Gvir, colocando a la unidad que se relaciona más íntimamente con la población palestina bajo el mando de un hombre que desprecia la moderación moral.
  • En cuanto a Netanyahu: solo un hombre que en algún punto ha dejado de preocuparse por su país podría arrastrar su sistema político a través de casi cuatro años de elecciones simplemente para liberarse de sus dificultades legales. Solo un hombre que ya no se preocupa por la dignidad y el buen nombre de Israel podría haber llevado el kahanismo al santuario interior del gobierno de Israel.
  • El judaísmo, sin embargo, insiste en la primacía del contexto. El Talmud, después de todo, es un largo argumento sobre lo circunstancial. Juzgar a Israel sin considerar sus desafíos es perder de vista el logro histórico de su democracia, su verdadero valor para el experimento democrático de la humanidad.
  • Si bien la mayoría de los judíos israelíes están comprometidos con mantener a Israel como un estado judío y democrático, si se ven obligados a elegir una de ambas cosas, es casi seguro que optarían por su identidad judía, porque más que de su identidad democrática, la supervivencia de Israel depende de mantener su judeidad. Después de todo, muchas democracias han conocido fases autoritarias y no solo continuaron existiendo como naciones, sino que finalmente recuperaron su equilibrio democrático. Pero un Israel despojado de su judaísmo perdería su razón de ser, su cohesión interna y la vitalidad que le ha permitido sobrevivir contra viento y marea.
  • La participación de un partido árabe en la coalición rompió el boicot político árabe de unirse a un “gobierno sionista” y fue un hito en la integración de los árabes israelíes, una victoria histórica para el sionismo. Esa victoria se confirmó cuando el líder de Ra’am, Mansour Abbas, se convirtió en el primer líder árabe israelí prominente en aceptar la legitimidad de un estado judío.
  • La campaña de la oposición para salvar la democracia fracasará mientras partes significativas del público estén convencidas de que “la izquierda” – el término global de Netanyahu para sus oponentes, la mayoría de los cuales en realidad son centristas – está más comprometida con la identidad democrática de Israel que con su judaísmo. Oponerse a este gobierno solo en nombre de la democracia, incluso cuando a Netanyahu se le permite reclamar el monopolio de la lealtad al judaísmo, solo fortalecerá su argumento de que al campo rival le importa poco la identidad judía de Israel.
  • Esta elección expuso dos visiones opuestas de un estado judío. Para los ultraortodoxos y los ultranacionalistas, Israel es el “estado del judaísmo”: el judaísmo ortodoxo. Para el sionismo clásico, sin embargo, Israel estaba destinado a ser el “estado del pueblo judío”, sin imponer una noción uniforme de identidad judía “auténtica”.
  • La diferencia es crucial. Un “estado del judaísmo” está sujeto a normas premodernas que definen la pertenencia al pueblo judío y que mantiene vigentes las normas tradicionales de quienes nosotros, como pueblo, deberíamos ser. El “estado del pueblo judío”, por otro lado, acepta a los judíos tal como son.
  • La religión de hoy no solo fracasa en unirnos sino que es nuestra principal división. Y así el sionismo clásico ofreció una identidad más básica para mantenernos unidos: la pertenencia compartida al pueblo judío.
  • “Judío” como el sustantivo que prevalece sobre todos sus adjetivos.
  • En el último año, la montaña rusa israelí ha dado un giro especialmente brusco. Hemos pasado de una coalición asombrosamente diversa que modeló la capacidad de Israel para trascender sus divisiones a nuestro gobierno más uniforme e intolerante.
  • Lo que estos últimos cuarenta años me han enseñado es a nunca congelar el marco para llegar a la conclusión de que “esto es Israel”. La realidad israelí es invariablemente fluida, a veces para bien, a veces para mal. Justo cuando uno cree que entiende el país, llega una ola masiva e inesperada de inmigrantes, ocurre una guerra en una de nuestras fronteras, hay un avance diplomático con el mundo árabe.
  • Aquellos que amamos a Israel, que sabemos que una tercera destrucción de la soberanía judía sería un golpe decisivo del que nosotros, como pueblo, no podremos recuperarnos, estamos incondicionalmente comprometidos a seguir adelante con esta historia. Con honor y con deshonra, sin importar si Israel nos enorgullece o nos avergüenza, tanto cuando comandos heroicos rescatan rehenes en Entebbe como cuando un primer ministro cobarde mantiene al estado rehén de sus propias necesidades y ambiciones.

Traducción: Daniel Rosenthal