Ocho reflexiones sobre la crisis política de Israel

Matti Friedman, Tablet Magazine, 21 de diciembre de 2022

1: Israel es una sociedad en crisis, y su sistema político se ha resquebrajado.

Los últimos años, con la repetición de las elecciones y del caos político, seguidos de la formación del nuevo gobierno radical de Benjamín Netanyahu, demuestran que el sistema político no es capaz de ofrecer un camino para que los ciudadanos progresen juntos ni cualquier tipo de visión unificadora que tenga sentido para la mayoría de la gente aquí. En este momento, la sensación imperante en el país, y no solo en el centro y en la izquierda, es que el sistema político finalmente ha logrado romper algo importante en el vínculo que siempre ha mantenido unidas a las partes del país, que pagan (la mayoría) nuestros impuestos y (la mayoría) sirviendo en el ejército, a pesar de las políticas que podríamos haber visto como demasiado derechistas o izquierdistas, o simplemente poco meditadas.

Los ganadores de esta elección, es decir los leales a Netanyahu y los aliados sectoriales que se han adherido a su estrella, creen que están en guerra con los perdedores. “Es hora de que la izquierda se acostumbre a la nueva realidad: ya no nos importa lo que ustedes piensan”, tuiteó un legislador del Likud, resumiendo la atmósfera generalizada. Aquí, “la izquierda” incluye a casi la mitad de la población que no votó por esta coalición, a muchos israelíes que se definen a sí mismos como de derecha, a la gente que paga la mayoría de los impuestos del país y que proporciona la mayoría de nuestros soldados, y a un partido dirigido por dos ex jefes de estado mayor del ejército nombrados por Netanyahu. Tanto en su retórica como en su forma de legislar, el nuevo gobierno está dejando claro que no está a favor de la unidad, sino de la venganza.

Algunas partes del nuevo aparato estatal, incluidos los ministros del gobierno, creen estar en guerra con otras partes del Estado, en particular con el poder judicial. Los principales enemigos de este nuevo gobierno israelí son otros israelíes. Ya ha habido malos resultados para el centro y la izquierda con anterioridad. Los liberales israelíes han conocido lo que es la decepción durante años, pero esta vez se siente diferente.

2: La señal más importante de una ruptura real con el pasado es la decisión del Primer Ministro entrante Netanyahu de nombrar a un criminal ideológico como el ministro a cargo de los cuerpos de seguridad.

La reputación de Netanyahu, incluso entre aquellos que nunca votarían por él, siempre se basó en el entendimiento de que, en última instancia, es cuidadoso y versado en cuestiones de seguridad. Itamar Ben-Gvir, cuya facción “Poder Judío” tiene un total de siete escaños de 120, es un provocador racista de los márgenes de la derecha que recientemente se excedió de los límites de lo aceptable, incluso entre los votantes del Likud. Sus amenazas al statu quo en el Monte del Templo ponen en peligro nuestros preciosos nuevos lazos con parte del mundo musulmán sunita, e incluso podrían llegar al derramamiento de sangre. Su nombramiento representa un peligro para los 9 millones de ciudadanos, tanto judíos como árabes, que están bajo el ámbito de supervisión de la policía israelí (que incluye a judíos y árabes) y destruirá la confianza pública en una institución sin la cual no podemos funcionar. Netanyahu necesita a Ben-Gvir y sus aliados ideológicos en su intento de disminuir el sistema judicial, donde Netanyahu enfrenta cargos de corrupción. La seguridad siempre ha sido un tema de confianza sagrada aquí, y no es una exageración decir que este nombramiento es el más temerario en la historia del estado. Si el punto fuerte de Netanyahu era la seguridad, ha desaparecido.

3: Algunos tratarán de afirmar que todo es normal, el principal entre ellos el mismo Netanyahu, embarcado en una ronda de entrevistas con periodistas estadounidenses mientras evita a los colegas de éstos en el país donde realmente actúa.

Sabe que algunos estadounidenses todavía podrían comprar su imagen como alguien que es básicamente un conservador conocido y no un político cuyo ego se ha hinchado hasta tal punto que no puede tomar en serio el pequeño país que dirige o distinguir los intereses de éste de los suyos propios. Los defensores de Israel tendrán la tentación de restar importancia a esta crisis como parte del funcionamiento típico de la democracia. Esta ya es la línea de nuestros pobres diplomáticos del Ministerio de Relaciones Exteriores, muchos de los cuales no creen en ella, con algunos sopesando discretamente otras líneas de trabajo en lugar de defender lo indefendible. En las últimas semanas he hablado con oficiales de las reservas del ejército que están lidiando con pensamientos similares: ¿Qué responsabilidad tienen hacia líderes que son irresponsables? La idea de que este es un comportamiento normal de un gobierno no es cierta. El cuerpo político israelí, que ha pasado por muchas cosas, está en grave peligro de ser destruido para siempre.

4: Otra tentación será señalar que muchos otros países están luchando con una situación política terrible, como Francia (donde el 41% votó por Le Pen en las últimas elecciones), o como Estados Unidos.

El número de israelíes que votaron directamente por la extrema derecha es apenas algo más del 10%. Eso es cierto pero irrelevante. En Israel hay 6 millones de judíos. Vivimos en medio de 300 millones de árabes y 1.500 millones de musulmanes, muchos de los cuales lamentablemente son devotos de la erradicación de nuestro Estado. La crisis autogenerada de hoy en día es algo superfluo, el tipo de cosas que la gente se permite cuando no ha experimentado una catástrofe existencial durante mucho tiempo, tal vez en los 50 años desde el terremoto que significó la Guerra de Iom Kipur en 1973. No podemos permitírnosla, y el político que está en el centro de la crisis, y que podría resolverla, es el responsable de ella. Un líder que se preocupara por su país se haría a un lado después de años en el poder y permitiría que alguien más de su partido liderara un amplio gobierno con el centro político israelí, que está dispuesto a trabajar bajo el Likud pero ya no bajo Netanyahu, después de haber sido traicionado demasiadas veces. Un gobierno así podría formarse en unos pocos días después de la partida de Netanyahu.

5: En la década de 1990, Israel sucumbió a una fantasía occidental bajo forma de los acuerdos de Oslo.

La idea era que el mundo avanzaba hacia la estabilidad y la democracia, por lo que crear vacíos de poder en los territorios palestinos generaría más libertad para ellos y paz para nosotros. Esta concepción errónea resultó en oleadas de ataques terroristas que mataron a más de mil israelíes y destruyeron a la izquierda como fuerza política. En la actualidad, parte del electorado está sucumbiendo a una fantasía diferente, esta del Medio Oriente: que lo que necesitamos es una religión más fundamentalista y milicias tribales liberadas de las restricciones de la ley.

Los fundadores de Israel, gente como David Ben-Gurion y Menajem Beguin, eran personas demasiado cercanas al Holocausto para creer en las fantasías europeas y demasiado europeos para creer en las fantasías del Medio Oriente. Su comprensión de las cosas explica mucho sobre el estado exitoso que construyeron. El auge de la cultura del Oriente Medio en Israel es algo para festejar. El auge de la política del Medio Oriente hará que nuestro destino sea idéntico al de nuestros vecinos.

6: Entender lo que está pasando es complicado por la histeria de los opositores internacionales de Israel y por parte de la retórica de la centroizquierda israelí, que, como algunos de sus colegas estadounidenses, ha comenzado a ver a sus propios puntos de vista políticos como “democracia” y a sus opositores como personas que se oponen a la “democracia”.

Los medios de comunicación de la izquierda occidental progresista, cuya cobertura actualmente consiste mayoritariamente en promover una fantasía ideológica, han estado pintando injustamente a Israel como una pesadilla no liberal durante tanto tiempo, y a Netanyahu como un extremista desquiciado, que muchas personas que simpatizan con Israel simplemente van a descartar las noticias de esta crisis como más de lo mismo. Esto sería un error. La crisis es real. No es una amenaza a la “democracia” o al “proceso de paz”, que no existe desde hace más de 20 años. Está desmantelando la capacidad de los judíos israelíes, y posiblemente del mundo judío en su conjunto, para actuar juntos en nuestro interés común. Esta es una amenaza más grave para nosotros que cualquier arma iraní o cualquier grupo de terroristas palestinos. Los opositores de Netanyahu han exacerbado las cosas presentándolo como una figura demoníaca, refiriéndose a él como “el acusado” y negándose a formar parte de cualquier gobierno que encabece, un error político que ha ayudado a convertir nuestro sistema político en un circo.

7: La campaña internacional contra Israel, que busca criminalizar al país y reemplazarlo con un estado árabe, recibirá nueva energía debido al nuevo gobierno, que a su vez recibirá energía por el incremento de la hostilidad.

Por supuesto que la campaña no disminuyó durante el período nuestro último gobierno, que fue diverso, liberal e incluyó un partido árabe y que, sin embargo, fue calificado como un régimen de apartheid. Las personas que simpatizan con Israel van a tener cada vez más dificultad para diferenciar entre los tipos de crítica. La forma de hacerlo es preguntándose si un crítico está tratando de hacer que Israel mejore o tratando de hacer que desaparezca.

8: La crisis no es tanto el resultado de las elecciones como de lo que nuestros líderes han hecho con esos resultados.

El bloque de centroizquierda logró un resultado respetable en la votación popular, que no estaba lejos de una división pareja. Las viejas cuestiones que solían dividir a la izquierda y a la derecha israelíes, principalmente la cuestión de la paz con los palestinos, ya no son válidas. Desde la ola de terror de la Segunda Intifada, la gran mayoría de los israelíes ha comprendido que nuestros enemigos ven el conflicto como un asunto de suma cero y que no es posible arriesgar más retiradas en la actualidad. Con diferentes personalidades en juego, la misma elección podría haber resultado en una amplia coalición entre los partidos de la derecha y el centro sionistas, que fácilmente tendrían más de 70 de los 120 escaños y podrían gobernar como es debido durante un período completo. Existe una mayoría israelí sólida y sensata, aunque está maltratada y confundida. Está esperando un liderazgo que merezca ese nombre.

Traducción: Daniel Rosenthal