El Israel que conocimos ha desaparecido

Thomas L. Friedman, The New York Times, 4 de noviembre de 2022

Imagine que se ha despertado después de las elecciones presidenciales de 2024 y descubre que Donald Trump ha sido reelegido, escogiendo a Rudy Giuliani como fiscal general, a Michael Flynn como secretario de defensa, a Steve Bannon como secretario de comercio, al líder evangélico James Dobson como secretario de educación, al ex líder de los Proud Boys Enrique Tarrio como jefe de seguridad nacional y a Marjorie Taylor Greene como portavoz de la Casa Blanca. “Es imposible”, diría usted. Bueno, piénse de nuevo.

Como ya lo he señalado antes, las tendencias políticas israelíes son a menudo un presagio de tendencias más amplias en las democracias occidentales: desde fuera de la escena teatral de Broadway hacia nuestros escenarios de Broadway. Yo esperaba que el gobierno de unidad nacional que llegó al poder en Israel en junio de 2021 también pudiera ser un presagio de más bipartidismo aquí, en los Estados Unidos. Por desgracia, ese gobierno colapsó y está siendo reemplazado por la coalición de extrema derecha más de derecha de toda la historia de Israel. Dios, sálvanos si esto es un presagio de lo que está por venir hacia nosotros.

La coalición que el líder del Likud, Bibi Netanyahu, está llevando de vuelta al poder es el equivalente israelí del gabinete estadounidense de pesadilla que imaginé al comienzo de este artículo. Sólo que es real: una pendenciera alianza de líderes ultraortodoxos y políticos ultranacionalistas, incluidos algunos extremistas judíos abiertamente racistas y antiárabes que antes eran considerados como estando completamente fuera de las normas y los límites de la política israelí. Como es prácticamente imposible que Netanyahu construya una coalición mayoritaria sin el apoyo de estos extremistas, es casi seguro que algunos de ellos serán ministros de gabinete en el próximo gobierno israelí.

Mientras esa realidad antes impensable se está afianzando, una pregunta fundamental sacudirá las sinagogas en Estados Unidos y en todo el mundo: “¿Apoyo o no apoyo a este Israel?” Hará dudar a los estudiantes pro-Israel en los campus universitarios. Desafiará a los aliados árabes de Israel en los Acuerdos de Abraham, que solo querían comerciar con Israel y nunca firmaron para defender un gobierno allí que esté en contra de los árabes israelíes. Estresará a aquellos diplomáticos estadounidenses que han defendido reflexivamente a Israel como una democracia judía que comparte los valores de Estados Unidos, y hará que los amigos de Israel en el Congreso huyan de cualquier reportero que pregunte si Estados Unidos debería continuar enviando miles de millones de dólares de ayuda a un gobierno de inspiración extremista religiosa.

Usted no ha visto esta obra de teatro antes, porque ningún líder israelí ha “ido tan lejos” antes.

Netanyahu ha sido impulsado al poder por socios que: ven a los ciudadanos árabes israelíes como una quinta columna en la que no se puede confiar, han prometido tomar el control político de los nombramientos judiciales, creen que los asentamientos judíos deben ampliarse para que no quede ni un centímetro en ningún lugar de Cisjordania para un estado palestino, quieren promulgar cambios judiciales que podrían congelar el actual juicio por corrupción de Netanyahu y expresan desprecio por el largo y fuerte apoyo de Israel a los derechos de la comunidad L.G.B.T.Q.

Estamos hablando de personas como Itamar Ben-Gvir, que fue condenado por un tribunal israelí en 2007 por incitación al racismo y apoyo a una organización terrorista judía. Netanyahu personalmente forjó una alianza entre el partido Poder Judío de Ben-Gvir y Bezalel Smotrich, el líder del partido Sionismo Religioso, que los convirtió (de manera chocante para muchos israelíes) en el tercer partido más grande del país, dando a Netanyahu los aliados que el Likud necesitaba para ganar una mayoría parlamentaria en las elecciones de esta semana.

Smotrich es conocido, entre otras cosas, por sugerir que las madres judías israelíes deben ser separadas de las madres árabes en las salas de maternidad de los hospitales israelíes. Durante mucho tiempo ha abogado por la anexión total de Cisjordania por parte de Israel y ha sostenido que “no existe el terrorismo judío” cuando se trata de colonos que toman represalias por su cuenta contra la violencia palestina.

Netanyahu ha buscado cada vez más a lo largo de los años aprovechar la energía de este electorado israelí no liberal para ganar el cargo, algo no muy diferente de cómo Trump usa el nacionalismo blanco, pero Netanyahu nunca había traído a estos elemento radicales (como Ben-Gvir, que afirma haber sido moderado porque le ha dicho a sus partidarios que canten “Muerte a los terroristas” en lugar de “Muerte a los árabes”) a su facción gobernante o gabinete. Sin embargo, a medida que más aliados de Netanyahu en el Likud se separaban de él por su presunto comportamiento criminal y mentiras, Bibi tuvo que alejarse cada vez más de la corriente principal de la política israelí para obtener suficientes votos para gobernar y aprobar una ley que abortara su propio juicio y su posible condena a prisión.

Netanyahu ha tenido un terreno político fértil con el que trabajar, me explicó el columnista del periódico israelí Yediot Ahronot, Nahum Barnea. Ha habido un dramático recrudecimiento de la violencia – apuñalamientos, tiroteos, guerras entre bandas y delincuencia organizada – por parte de los árabes israelíes contra otros árabes israelíes y de las bandas árabes israelíes y la delincuencia organizada árabe israelí contra los judíos israelíes, en particular en las comunidades mixtas. El resultado es que, “al igual que en Estados Unidos, la ‘tarea policial’ se ha convertido en un gran problema en Israel en los últimos años”, dijo Barnea, y aunque este situación ya comenzó mientras Netanyahu era primer ministro, él y sus aliados antiárabes culparon de todo a los árabes y al gobierno israelí de unidad nacional.

Un afiche electoral resumió la campaña de Netanyahu. Era, como informó el reportero de Haaretz Amos Harel, uno “de aspecto sombrío con la leyenda: ‘Hasta aquí hemos llegado. Ya hemos tenido suficiente’. Representa al Primer Ministro saliente Yair Lapid y a su socio en la coalición, Mansour Abbas de la Lista Árabe Unida”. Abbas es el más bien asombroso líder del partido religioso árabe israelí que reconoce al Estado de Israel y la candente importancia del Holocausto, y que fue parte del ahora caído gobierno de unidad.

Como dijo Harel: “El mensaje de ‘ya hemos tenido suficiente’ parece haber tenido eco entre los partidarios del Likud, el sionismo religioso y los partidos ultraortodoxos. Es probable que el mensaje también haya ayudado a Netanyahu a ganar las elecciones del martes”. Entre los factores críticos, escribió Harel, estaban “el odio a los árabes y el deseo de mantenerlos fuera de las posiciones de poder”. Pero a Netanyahu también le ayudó el hecho de que, si bien la derecha y la extrema derecha estaban muy energizadas por los temores y la desconfianza crecientes de los árabes – ya fueran ciudadanos árabes israelíes o palestinos de Cisjordania – sus oponentes de centro y centro-izquierda no tenían un contramensaje coherente o inspirador.

Como me dijo Barnea: “Israel no está dividido por el medio”, con el 50 por ciento siendo pro-Netanyahu y el otro 50 por ciento con un mensaje unificado y una estrategia opuesta a él. “No, Israel está dividido entre el 50 por ciento que está a favor de Netanyahu y el 50 por ciento que está a favor de bloquear a Netanyahu. Pero eso es todo en lo que pueden ponerse de acuerdo”, dijo Barnea. Y esto quedó demostrado en estas elecciones. Y no fue suficiente.

¿Por qué es todo esto tan peligroso? Moshe Halbertal, el filósofo judío de la Universidad Hebrea, lo expresó muy bien: Durante décadas, los miembros de la derecha israelí, la gran mayoría de los cuales eran “halcones de seguridad”, creyeron que los palestinos nunca aceptaron y nunca aceptarán un estado judío a su lado y que, por lo tanto, Israel necesitaba tomar cualquier medida militar necesaria para protegerse de ellos. Pero la crueldad israelí hacia los palestinos, explicó Halbertal, “ahora se está transformando en algo nuevo – una especie de ultranacionalismo general” que no solo rechaza cualquier noción de un estado palestino, sino que también considera a todos los árabes israelíes – que son alrededor del 21 por ciento de la población de Israel, casi el 20 por ciento de sus médicos, alrededor del 25 por ciento de sus enfermeras y casi la mitad de sus farmacéuticos – como potenciales terroristas.

“Lo que estamos viendo es un cambio en la derecha de los halcones desde una identidad política construida para centrarse en el ‘enemigo exterior’ (los palestinos) hacia el ‘enemigo interior’ (los árabes israelíes)”, dijo Halbertal.

La coalición de Netanyahu también ha atacado las instituciones independientes vitales que sustentan la democracia de Israel y son responsables, entre otras cosas, de proteger los derechos de las minorías. Es decir, el sistema de tribunales inferiores, los medios de comunicación y, sobre todo, la Corte Suprema, que Netanyahu y sus aliados quieren que se ponga bajo el control político de la derecha, “precisamente para que no protejan los derechos de las minorías” con el vigor y el alcance que tienen, dijo Halbertal.

Al mismo tiempo, no sólo es esta elección una lucha sobre el futuro de Israel, dijo, sino también “sobre el futuro del judaísmo en Israel. La Torá representa la igualdad de todas las personas y la noción de que todos somos creados a imagen de Dios. Los israelíes, por encima de todas las personas, necesitan respetar los derechos de las minorías porque nosotros, como judíos, sabemos lo que es ser una minoría”, con y sin derechos. “Esta es una profunda ética judía”, añadió Halbertal, “y ahora está siendo desafiada desde dentro mismo de Israel. Pero, cuando tienes estas amenazas viscerales de seguridad en la calle todos los días, ¿se vuelve mucho más fácil para estas feas ideologías anclarse a sí mismas.”

Esto va a tener un profundo efecto en las relaciones entre Estados Unidos e Israel. Pero no confíen solo en mi palabra al respecto. El 1 de octubre, Axios publicó un informe citando lo que fuentes dijeron que el Senador Bob Menéndez, el demócrata de Nueva Jersey que dirige el Comité de Relaciones Exteriores, le dijo a Netanyahu durante un viaje a Israel en setiembre. En palabras de una fuente, el senador advirtió que, si Netanyahu formaba un gobierno después de las elecciones del 1 de noviembre que incluyera a extremistas de derecha, esto podría “erosionar seriamente el apoyo bipartidista en Washington”.

Eso está a punto de ocurrir.

He informado desde Israel para el NY Times durante casi 40 años, a menudo viajando con mi querido amigo Nahum Barnea, uno de los periodistas más respetados, sobrios, equilibrados y cuidadosos del país. Escucharle decirme hace unos minutos por teléfono que “ahora tenemos un tipo diferente de Israel” me dice que realmente estamos entrando en un túnel oscuro.

Traducción: Daniel Rosenthal