Lej-Lejá 5783: Elecciones en Israel
Los resultados de las elecciones parlamentarias en Israel, en vísperas de este Shabat “Lej-lejá” 5783, todavía no son definitivos pero ya han confirmado la necesidad de asumir interrogantes que venían planteándose desde las primeras encuestas: ¿qué se hace con BenGvir? Hay mayor experiencia de coalición con partidos ultra-ortodoxos y religiosos nacionalistas en cualquiera de sus versiones; pero que un racista partidario de la expulsión de ciertas grandes minorías obtenga el 12% de las bancas y así se gane el cargo de Ministro del Interior, eso es algo novedoso y atemorizante. Que Bibi vuelva al poder por todo lo alto no me angustia; que lo haga en brazos de BenGvir me produce profunda desazón.
Como muchos pasajes del Tanaj, y más específicamente del Pentateuco, “Lej-lejá” resume algunos temas esenciales con los que todavía lidiamos. En Génesis 12:1 dice: “Vete… a la tierra que te señalaré”. En el versículo 2 dice: “serás una bendición”. En el versículo 6 aclara: “en la tierra estaba entonces el cananeo.” Por un momento me gustaría proponer la ficción de pensar la coyuntura actual en función de esos tres versículos de la parashá (porción semanal) de la Torá.
El mandato al patriarca Abraham que aprendíamos de memoria en la escuela sionista en la que me eduqué (“Lej-leja…) no es un punto en la historia sino una consigna de vida y propósito. En el movimiento que hará el patriarca quedará condicionada toda nuestra existencia y razón de ser; al punto que llamamos “halajá” (cómo andar en la vida) a las normas que rigen nuestras vidas. Al mismo tiempo que una finalidad propia, inherente a Abraham, su familia, y luego su pueblo (Israel), hay una finalidad que nos excede: ser bendición para el resto de la humanidad. Por si caben dudas, no estamos solos: “el cananeo”, el otro, el extranjero, ya habita la misma tierra que se nos promete. El desafío es doble y sigue vigente: hacerla nuestra bajo condiciones éticas.
Los resultados que arrojaron las elecciones del pasado martes demuestran que si bien en el terreno de lo concreto y pragmático hemos prevalecido sobre “los cananeos” de turno, que el proyecto sionista es fuerte, sólido, y cumple su cometido acogiendo a todos los que como el patriarca emprenden su viaje hacia la tierra prometida, el éxito también es exceso.
De lo contrario no se explica la euforia nacionalista extrema que lleva a BenGvir a ser un factor determinante en el sistema democrático israelí. Si el mandato es “ser bendición”, mi lectura es que BenGvir es maldición. Con su discurso expulsivo BenGvir y sus votantes borran con el codo lo que la Torá escribió con la mano. Con su discurso racista, BenGvir y sus votantes desconocen la realidad que Dios le anuncia a Abram: hay otros.
Muchos explican el triunfo de Netanyahu y sus aliados en función del terrorismo palestino. Muchos enaltecen el sistema democrático en Israel al tiempo que resaltan otros resultados similares en el resto del mundo (el ascenso de “las Derechas”) para minimizar el sombrío panorama israelí. Es el viejo mecanismo persecutorio y de auto-justificación: nos persiguen, nos quieren exterminar (ambas cosas son ciertas en la mayoría de los casos), lo cual justifica cualquier acción o decisión que emprendamos o tomemos. O: si en otros lados se da el mismo fenómeno, ¿por qué juzgarlo tan duramente en Israel?
La cuestión está en este texto fundacional que leeremos este Shabat: nuestro mandato es ser bendición, aun cuando habite el cananeo. No surgimos de las sombras de la historia, entre los imperios de turno, para ser igual a ellos sino para ser diferentes; por eso debemos “irnos”, recorrer otros derroteros. El análisis de los resultados de estas elecciones y de otras tantas ocurridas y que vendrán en el futuro debe hacerse a la luz de nuestras aspiraciones en el terreno de lo ético, hacia “la interna”. Ni somos como otros pueblos ni podemos justificarnos eternamente en la persecución de otros pueblos al tiempo que nos convertimos en perseguidores. Los votantes israelíes le han dado una cuota excesiva de poder a un judío perseguidor.
Lo único que debemos perseguir es Justicia, como está escrito en Deuteronomio 16:20: “para que vivas y heredes la tierra que el Eterno tu Dios te da.” El premio no viene solo, la demanda es tan permanente como el camino a casa que iniciará Abraham este Shabat. Nosotros, con él.