NCI: Rosh Hashaná 5783
Columna en Radio FMJai del 21 de setiembre de 2022
Después de dos años la NCI de Montevideo, así como la mayoría de las comunidades del mundo, vuelve a configurarse en su forma más tradicional en torno a las festividades del mes hebreo de Tishrei: Rosh Hashaná y Iom Kipur, las que mayores multitudes convocan tradicionalmente. Este año, libres del distanciamiento físico, la casa vuelve a llenarse; seguramente algunos elijan usar barbijo como precaución, pero sin duda prevalece la sensación de que la Humanidad ha dado vuelta una página. El virus vino para quedarse pero la pandemia ha sido superada.
Tal afirmación daría por sí sola para reflexionar acerca de nuestra relación, como seres humanos, con las fuerzas que nos superan; o que por lo menos nos superan por un tiempo, hasta que logramos controlarlas. Nada muy distinto a lo que ha sido la historia de nuestra especie sobre la tierra desde los albores de la civilización. Como dice Paul Johnson, la visión judía de la historia es una perspectiva muy específica y particular, y muy interesante; a tal punto que lo llevó a escribir su “Historia de los Judíos”.
Rosh Hashaná y Iom Kipur, los diez días que nuestra tradición aparta para la reparación y el perdón, son días especialmente apropiados para pensar en los grandes temas que mayormente soslayamos a lo largo del año. A veces, de semana en semana, en Shabat, la lectura de la Torá nos dispara algún apunte agudo, crítico, o innovador sobre lo que está sucediendo en el mundo; pero mayormente la vida cotidiana nos absorbe o incluso nos consume. Fue especialmente así en tiempo de pandemia.
Volver a la normalidad no supone solamente llenar las sinagogas de gente sino de discurso. La pandemia también supuso reducir los tiempos de rezo, pero ahora bien puede suponer elegir y significar lo que verdaderamente nos importa. Lo que fue ausencia, ahora recuperado, puede poner de manifiesto lo relevante. El concepto de unidades litúrgicas es una buena opción para un judaísmo no ortodoxo en el ya avanzado siglo XXI. Tal vez más breve, pero seguramente más intenso. Que nos reunamos en la casa de reunión, el Beit Hakneset, no es un mero acto social (que también lo es) sino un acto de trascendencia. Es hora de rescatar lo trascendente de la vorágine de un tiempo que pareció detenerse por una criatura microscópica.
Más allá de los rezos, el Shofar, las tradiciones y melodías, precisamente porque estamos todos juntos en un solo espacio, como los Hijos de Israel supieron estar al pie de Sinaí, es tiempo de escuchar: la palabra de Dios, la palabra de nuestros sabios de bendita memoria, y las palabras de nuestros rabinos y líderes.
Siempre ha sido importante poner sobre la mesa los temas relevantes, no ignorar los desafíos de la época, no negar las realidades que pasan por delante nuestro cada día; no hacerlo en este año hebreo 5783 sería deshonrar la memoria de nuestros padres, abuelos, y ancestros, desde Abraham Avinu en adelante. ¿Quién hizo, acaso, la primera gran pregunta a Dios acerca del sentido de lo justo? “¿No ha de hacer justicia el Juez de toda la tierra?” pregunta Abraham a Dios en Génesis 18:25. Ante semejante “jutzpa”, ¿no es legítimo cuestionarnos lo que rutinariamente damos por obvio?
La NCI de Montevideo celebra el reencuentro de sus socios y allegados en estas festividades de 5783, este año gregoriano 2022: porque dejamos atrás un tiempo de incertidumbre y oscuridad y abordamos un desafío siempre incierto pero cuya claridad está en nuestras manos, y solamente en nuestras manos. Cuando decenas de niños entren con sus luces al final de Neilá en Iom Kipur, estarán diciendo, multitudinariamente, que nos juntamos para traer luz. El resto es anécdota, comentario, y el placer de que los hermanos estemos sentados juntos.
Shaná Tová!