Elul o el Reencuentro
Desde hace unos años, pandemia mediante, mi comunidad, la NCI de Montevideo, acostumbra enviar breves videos con el sonido del Shofar y un mensaje de diferentes miembros de nuestro colectivo. Los efectos seguramente son múltiples: desde simplemente recordarnos que llega “esa” época del año en que lo judío nos impregna como la miel sobre la manzana hasta el mensaje espiritual en la primitiva voz del cuerno acerca del arrepentimiento, el perdón, y la reparación.
En una semana ya estaremos caminando un nuevo y milenario año, 5783, mientras este Elul de 5782 queda atrás con sus sueños si no rotos, por lo menos en suspenso. Cada mañana, el mensaje de whatsApp o el posteo en alguna red social nos ha recordado hacia donde caminamos en forma inexorable; desde Rosh Hashaná ese mismo Shofar significará anhelos y quiebres por concretarse en el nuevo año.
Cuando en el cementerio, ante la inminencia del descanso eterno de un ser querido, se nos habilita a decir “slijá, mejilá, & capará”, ya es demasiado tarde. El ritual es válido para quienes volvemos a casa, pero no deja de ser unidireccional. Elul, por el contrario, es un mes que nos predispone y abre al diálogo bajo la forma del perdón y la reparación. La única condición, por obvia que parezca, es que se precisan dos. Elul se asoma a un cierre pero en realidad habilita un nuevo principio. Perder la oportunidad es, citando al poeta Natan Yonatan, un desprecio a lo “sublime”.
Quienes no son creyentes en un sentido tradicional han buscado en el concepto de lo religioso la idea de religar o volver a conectar; quienes son creyentes vinculan el acto de conectar con lo divino. Quienes nos debatimos entre una y otra postura, quienes nos vemos superados por acontecimientos o tradiciones, tal vez prefiramos refugiarnos en la idea de cierre, por un lado, y nuevas oportunidades por otro. Elul, cuyo significado más primitivo es “cosecha”, aquello que recogemos y acopiamos para el futuro inmediato, se convierte entonces en una oportunidad de abrevar.
Sucot, que conmemora y celebra la precariedad de nuestra existencia, nos introduce en el largo período de oscuridad que supone el inverno nórdico, cuna de nuestra tradición. Elul ha sido la advertencia y la introducción a un tiempo de reencuentro hasta nos introduzcamos en una suerte de hibernación espiritual. Si Pesaj es sobre nuestro estado, las festividades de Tishrei son acerca de nuestra naturaleza.
Escuchar el Shofar en Elul debería suponer el reencuentro con todos y cada uno de quien nos hayamos alejado. Es el anhelo de uno pero es el acto de dos. Aun en las diferencias y la discrepancia, es bueno saber que todos hemos escuchado el mismo llamado, el mismo sonido ancestral que sin decir nada nos convoca y reúne.
Shaná Tová!