Isabel II, los judíos, e Israel
Amy Spiro, The Times of Israel, 8 de setiembre de 2022
La reina Isabel II, que ocupó el trono durante 70 años hasta su fallecimiento el jueves, disfrutó de una relación larga y cálida con la comunidad judía británica, desde el comienzo de su reinado en 1952 hasta sus últimos años. En mayo de 1952, pocos meses después de la muerte de su padre, el rey Jorge VI, la reina se reunió con el Gran Rabino británico y los líderes de la comunidad judía británica. Un mes después, funcionarios judíos – así como el embajador israelí – estuvieron presentes en su coronación en la Abadía de Westminster. Con motivo de su aniversario de platino en junio, Marie van der Zyl, presidenta de la Junta de Diputados de los Judíos Británicos, escribió que la reina Isabel ha sido “una roca para la nación” y que ha cultivado “una larga historia de involucramiento con la comunidad judía”. En la misma ocasión, el Gran Rabino británico Ephraim Mirvis elogió los “70 gloriosos años de liderazgo” de la reina y alabó “su humildad, su sentido del deber, el servicio que presta a la nación [y] su altruismo”.
A lo largo de sus décadas como jefa de estado del Reino Unido, la reina Isabel cultivó lazos amistosos con figuras comunitarias judías, así como relaciones cordiales con líderes israelíes. Pero, aunque realizó visitas oficiales a docenas de países durante su reinado, nunca visitó el Estado de Israel. De hecho, ningún miembro de la familia real hizo una visita oficial a Israel hasta 2018, cuando el príncipe Guillermo llegó al estado judío en una visita oficial sin precedentes, levantando el boicot no oficial.
El príncipe Felipe había hecho una visita personal a Israel en 1994 para honrar a su madre, la princesa Alicia de Grecia, que está enterrada en el Monte de los Olivos en Jerusalén. Y el príncipe Carlos visitó Israel en 1995 y 2016 para asistir a los funerales de Yitzhak Rabin y Shimon Peres. Sin embargo, esas oportunidades no fueron visitas oficiales reales.
La negativa de la familia real a realizar una visita oficial al Estado de Israel durante decenios – sin tener dudas de esa índole en cuanto a los viajes a monarquías autoritarias como Arabia Saudita y Qatar – molestó a muchos políticos israelíes y miembros de la comunidad judía británica. Jonathan Arkush, ex jefe de la Junta de Diputados, dijo a The Times of Israel en 2016 que los judíos locales habían estado presionando fuertemente para una visita real oficial a Israel ya que “no es que sea el momento. Hace mucho que es hora de una visita real.”
Un funcionario anónimo del gobierno británico le dijo a The Telegraph en 2015 que “hasta que no haya un acuerdo entre Israel y la Autoridad Palestina, la familia real no puede ir allí en realidad”. Aunque muchos líderes británicos, entre ellos primeros ministros, habían visitado el estado judío, el funcionario afirmó que “en Israel hay tanta política atrapada en el territorio mismo que es mejor evitar esas complicaciones por completo no yendo allí”.
A pesar del desaire, la reina todavía seguía teniendo estrechos lazos con los judíos británicos, así como la lealtad de éstos, y también se reunió con muchos dignatarios israelíes visitantes durante sus décadas en el trono.
Cuando cumplió 90 años en 2016, el ex Gran Rabino del Reino Unido, Lord Jonathan Sacks, describió a la reina como alguien “cuya grandeza habla a través de divisiones étnicas y religiosas… Su contribución a la sociedad británica es inconmensurable y el respeto que ha mostrado por todas las religiones ha enriquecido nuestras vidas”. De hecho, los judíos británicos expresaron en gran medida su lealtad y gratitud a la reina, expresando cualquier disgusto o crítica a puertas cerradas. En 1972, los judíos británicos prometieron plantar un millón de árboles en Israel para honrar las bodas de plata de la reina con el príncipe Felipe.
Durante las décadas en que los miembros de la familia real se negaron a viajar a Israel, la reina recibió a muchos líderes israelíes en el Reino Unido, entre ellos al entonces presidente Efraim Katzir en 1976. En 2008, el entonces presidente Peres fue nombrado caballero por la reina Isabel por invitación del gobierno británico. Al segundo enviado israelí al Reino Unido, Eliahu Eilat, se le concedió una rara cena de sentado con la reina y una visita pasando la noche en el castillo de Windsor en 1959.
En el año 2000, la reina inauguró el primer monumento permanente de Gran Bretaña al Holocausto, aunque un año después no asistió al primer Día Conmemorativo del Holocausto oficial de la nación debido a problemas de agenda, enviando al príncipe Carlos en su lugar. Se desempeñó como patrona del Holocaust Memorial Day Trust del Reino Unido desde su creación en 2005 hasta que se lo transmitió al príncipe Carlos en 2015.
Aunque la familia real sintió un sacudón después de que un tabloide británico publicara imágenes de vídeo de una Elizabeth de 7 años dando un saludo nazi en 1933 o 1934, los judíos británicos defendieron en gran medida a la monarca. “No creo que ninguna crítica a una niña de 7 años sea remotamente apropiada y no tengo la intención de hacer ninguna”, dijo Arkush cuando se reveló la grabación en 2015. “No creo por un momento que sea apropiado para mí sugerir que todo el horror de la Alemania nazi era conocido en ese momento”.
En 1996, durante una visita a Polonia, la reina Isabel fue criticada por no programar una parada en el campo de concentración de Auschwitz. En una adición de último minuto a su itinerario, visitó y colocó una corona en un memorial judío en el Umschlagplatz en Varsovia, lugar donde los judíos fueron detenidos y transportados al campo de exterminio de Treblinka.
No fue hasta casi dos décadas después que visitó un campo de concentración nazi. En su último viaje oficial al extranjero antes de su fallecimiento, la reina Isabel viajó a Alemania en 2015, visitando Berlín, Frankfurt y Celle. Mientras que era su quinto viaje de estado a Alemania, la reina hizo su primera visita a un campo de concentración, deteniéndose para poner una corona en Bergen-Belsen y reunirse con los sobrevivientes del Holocausto en el sitio. Después de escuchar sus historias, respondió: “Tiene que haber sido horrorífico”.
Traducción: Daniel Rosenthal