Por una NCI con Pacheco Areco y un Yavne con Zelmar Michelini

Lic. Martín Kalenberg para TuMeser

“Soy un escritor ruso, pero mientras quede tan solo un antisemita sobre la faz de la tierra responderé a la pregunta acerca de mi nacionalidad con orgullo: soy judío”, dijo el escritor comunista soviético Ilyá Ehrenburg al cumplir 70 años de edad en 1961.

¿Esta es mi definición de judaísmo? Ciertamente que no. Los antisemitas no deben condicionar nuestra definición identitaria judía.

Pero, ¿cómo y dónde expresamos nuestro judaísmo el pequeño grupo de  judíos uruguayos muy tradicionales, medianamente observantes y que simpatizamos con los movimientos religiosos, sean los liberales o los más ortodoxos?

En varios artículos publicados en tumeser.com me referí al judaísmo uruguayo: uno de los menos o el menos observante de la diáspora judía y que presenta un componente antirreligioso (o mejor dicho antiortodoxo) que se manifiesta incluso en judíos que afirman ser creyentes.

Somos la antítesis de la judería panameña dominada por el judaísmo estrictamente observante de la comunidad siria. Un conocido que se fue a vivir a Panamá llegó un lunes a la oficina. Su jefe le preguntó: ¿por qué no te vi en la sinagoga el viernes? En Uruguay, la situación probablemente sería la opuesta, ya que -en general- estamos en la sinagoga únicamente por una alegría o por una tristeza. De todas formas, nos resultaría extraño ver a alguien no religioso en la sinagoga, por lo cual la consulta surge de forma instantánea: ¿y vos qué hacés acá?

Hace algún tiempo un allegado a la NCI me dijo que me sentiría más cómodo en la institución de la calle Payán en lugar de en Yavne: mi jardín de infantes, escuela, liceo (y actualmente una de mis sinagogas) en los cuales crecí como persona y como judío. ¿Qué pasa cuando ideológicamente no te sentís tan a gusto con tu institución de pertenencia? ¿Deberías hacer como Fernando Amado e irte de esta tal como él se fue del Partido Colorado?

Considero que no. El Partido Colorado se caracterizó, en la década del sesenta del siglo pasado, por tener tres vertientes: la de derecha, con Jorge Pacheco Areco, la de centro, encabezada por Jorge Batlle, y la de izquierda liderada por Zelmar Michelini.

En mi opinión, una comunidad / sinagoga (sí, también las uruguayas) debe tener espacios variados, tanto para sus miembros más tradicionales/observantes así como para los más liberales.

La NCI abandonó hace décadas su espacio de rezos de la calle San Salvador en el Parque Rodó (más ortodoxo que el que existía en aquel momento en la calle Río Branco). ¿Qué pasó con la herencia de la neoortodoxa alemana liderada por Shimshon Rafael Hirsch a mediados del siglo XVIII? ¿Por qué dejar de lado un espacio de rezos más tradicional para que solo exista uno liberal y cada vez más progre y de izquierda?

¿Y qué pasó con el Yavne y la Bnei Akiva de principios de los ´90 cuando chicos y chicas nos saludábamos con un beso?

Es importante que el judaísmo religioso uruguayo tenga tres vertientes, y gracias a Dios las tiene, siendo la NCI la más liberal (de izquierda, por llamarla de alguna forma) y la Yeshivá Or Israel (la sinagoga y centro de estudios religiosos de la calle Ellauri y Cavia) la más de derecha.

Ahora bien. ¿Cómo se hace para incluir varias filosofías religiosas dentro de una misma comunidad? Reconozco que es muy difícil, aunque hay varias experiencias estadounidenses que vale la pena mencionar.

En una sinagoga ortodoxa moderna de Denver, Colorado, cuyo rabino es graduado de Yeshiva University (ortodoxia moderna) de Nueva York, hay dos rezos el sábado por la mañana: uno en el cual se separan a hombres y mujeres, y otro (denominado familiar por esta congregación) en el cual se sientan juntos. Además, esta sinagoga afirma que son bienvenidos tanto personas heterosexuales como homosexuales. Más allá que en la práctica esto sucede en las sinagogas ortodoxas, lo curioso es enunciarlo públicamente en el sitio web de una de estas instituciones.

Otro ejemplo es la también ortodoxa Ohev Sholom de Washington, una comunidad con más de 130 años de existencia, que cuenta con una maniga hiljatit rujanit toranit (líder legal, espiritual y religiosa) que dirige la comunidad (y que se cubre la cabeza a la usanza ortodoxa), pero no tiene rabino.

Asimismo, en The Bayit, una comunidad ortodoxa liberal de Nueva York, la primera rabina ortodoxa, Sara Hurwitz, cumple funciones como rabina part time.

Incluso, la doctora argentina Mijal Bitton (hija del ex gran rabino de la Comunidad Israelita del Uruguay, Yosef Bitton) es la rosh kehilá (líder comunitaria) del The Downtown Minyan en Manhattan.

Pero en las comunidades judías chicas, como la uruguaya, el concepto legal judío del maarit hain (el “qué dirán”) pesa y mucho. El Yavne teme que lo acusen de liberalizarse y parecerse a la NCI; pero a la vez, la NCI no quiere que la tilden de ortodoxa. Con este panorama, el Yavne cada vez más se acerca a la ultraortodoxia y la NCI al reformismo.

Quizás estos dos polos de atracción para los rezos del viernes de noche sean un reflejo de la comunidad judía uruguaya actual, aunque no estoy seguro de ello.

Por tanto, y esta es mi hipótesis en términos estrictamente religiosos, la NCI se vuelca cada vez más a la izquierda y el Yavne hacia la derecha. Es una especie de juego de acción y reacción frente a lo que hace el otro. El único que queda en el centro del espectro religioso es la Kehilá. Jabad y Or Israel son historia aparte. En términos de la actualidad política francesa: unos se “melenchonizan” y otros se “lepenizan”; el único que pierde es el centroliberalismo de Macron.

De todas formas debo reconocer que entiendo que la NCI y el Yavne tienen que escuchar a sus mayorías que, en definitiva, son quienes aportan en lo humano y lo material. Las minorías tenemos que adaptarnos y respetar la dinámica de estas comunidades/sinagogas aunque no nos agraden, sin dejar de luchar por su cambio.

Pero la lucha se debe dar desde adentro, aunque algunos como Amado no lo entiendan así.