Spinoza: la excomulgación que nunca muere

Lic. Martín Kalenberg, diciembre de 2021, especial para TuMeser

“Muerto el perro se acabó la rabia”, dice el popular refrán. Pero parece ser que este dicho no aplica al filósofo judío Baruj Spinoza, ya que recientemente el tema de su proscripción volvió a la luz.

Sucede que el rabino de la sinagoga hispano-portuguesa de Ámsterdam, Joseph Serfaty, prohibió que el investigador Yitzhak Melamed, de Johns Hopkins University (Estados Unidos), tuviera acceso a todos los documentos vinculados al anatema de Spinoza y lo declaró persona non grata en su templo, por lo cual no se lo cuenta para el quórum de 10 hombres necesario para celebrar los rezos según la óptica ortodoxa judía.

Lo curioso es que el ex gran rabino del Estado de Israel, Isaac Herzog, abuelo del actual presidente israelí quien lleva su mismo nombre, decretó en 1953 que el jerem (decreto de excomunión) ya no tenía más validez, puesto que solo había estado vigente durante la vida de Spinoza (este falleció en 1677 a los 44 años de edad).

En 1957 el entonces primer ministro israelí David Ben Gurion solicitó al rabino en jefe de la sinagoga hispano-portuguesa de Ámsterdam, Dr. Salomón Rodrígues Pereira, levantar la prohibición sobre Spinoza, pero el rabino rechazó el pedido.

En 2013 fue el rabino Pinjas Toledano, también de la sinagoga de Ámsterdam, quien volvió a negar el indulto al filósofo.

¿Por qué mantener vigente el edicto de expulsión de la comunidad judía de Ámsterdam? ¿Qué secretos guarda la documentación requerida por el académico?

Aun cuando no tenemos respuestas para estas interrogantes, podemos volver a la Holanda de 1650 y comprender por qué este episodio conmovió, y sigue afectando tanto, a la comunidad judía de Países Bajos y al mundo judío en general.

Para simplificar lo complejo, lo cual es difícil de por sí, digamos que Spinoza cuestionó la centralidad de Dios, ya que lo igualó a la naturaleza, así como también puso en duda la coautoría de la Biblia por parte de Dios y de Moisés.

Un dato curioso es que en hebreo las palabras Elohim (Dios) y Hateva (la naturaleza) tienen el mismo valor numérico (86), lo cual según la gematría es un aspecto trascendente y que apoyaría la teoría spinoziana de equiparar a Dios con la madre naturaleza.

Esta apostasía era considerada gravísima en la Holanda del siglo XVII, ya que cuestionaba y demostraba que el poder central de la comunidad judía, tanto de los parnasim (sustentadores), así como del gran rabino Saúl Levi Morteira, era endeble.

Está claro que el rabino Serphaty, más de 350 años después, sigue pensando de forma similar.

Es por ello que el rabino israelí-holandés Nathan Lopes Cardozo le envió una dura carta abierta en la cual le espetó: “su visión acerca de que la prohibición de las obras de Spinoza aún sigue vigente indica claramente de que usted no está familiarizado con sus escritos y, por tanto, es incapaz de expresar una opinión acerca de su filosofía”.

“Prohibiendo la entrada del profesor a la sinagoga usted está profanando el nombre de Dios y haciendo que el judaísmo ortodoxo sea visto como una farsa a los ojos de muchos”,   aseguró.

“La filosofía de Spinoza es hermosa. Su Ética es un libro lleno de profundos conocimientos. Si bien seguramente no es el trabajo más importante sobre filosofía, comprende sentimientos e ideas extremadamente nobles”, manifestó Lopez Cardoso en una conferencia que brindó en University of Amsterdam y el Crescas Jewish Educational Center en 2005.

El rabino Lopes Cardozo considera a Spinoza un tzadik (justo), calificación que generalmente se aplica a personalidades religiosas judías cuyo nivel de santidad supera al de los demás mortales.

Sostiene que el filósofo vivió por sus nobles ideas, se dedicó a la simplicidad y mostró las características más destacables de un virtuoso. “Aun cuando ello haya estado acompañado por una arrogancia intelectual, esto no minimiza su nobleza humana”, explica.

Por muchos de sus comportamientos, Spinoza logra que Lopes Cardozo recuerde a las grandes personalidades del movimiento musar, aquellos maestros judíos de religión y ética que florecieron en Europa Oriental durante el siglo XIX, como el rabino Israel Salanter, una de las luminarias de esta corriente espiritual.

Lamentablemente, Spinoza es (y será) más recordado por su excomunión que por sus aportes a la filosofía.