Fractales Bíblicos: una original relectura de la Torá
Martín Kalenberg (*) para TuMeser A mis hijas Luli y Sofi
¿Fractal? ¿Y eso qué es te preguntarás vos? En un lenguaje simple y llano lo podemos definir como un objeto geométrico cuya estructura se repite a diferentes escalas y tamaños. ¿Aún es complicado de entender, verdad? Y más aún, ¿cuál es la relación entre un objeto geométrico intangible y la Torá (Pentateuco)?
El pintor francés Eugène Delacroix nos ilustra con claridad sobre el tema en el Diario de Delacroix publicado el 21 de noviembre de 1857, aun cuando el concepto de fractalidad recién fue definido 100 años más tarde: “(el teólogo sueco Emanuel) Swedenborg pretendía en su teoría de la naturaleza que cada órgano se compone de moléculas homogéneas y de un todo completo de partes similares: así, los pulmones se componen de un número de pequeños pulmones, el hígado de pequeños hígados y el bazo de pequeños bazos”. Y continúa: “Sin ser un gran observador, yo he percibido, hace tiempo, esta verdad: he dicho a menudo que las ramas del árbol eran ellas mismas árboles completos, los fragmentos rocosos son parecidos a las masas rocosas, las partículas de tierra a los enormes montones de tierra. Yo estoy persuadido que analogías de esta índole se encontrarán en cantidad. Una pluma está compuesta de un millón de plumas”.
Delacroix señala que según el ensayista estadounidense Ralph Waldo Emerson, cuando Napoleón dice “Francia soy yo”, quiere decir que cada francés es un pequeño Napoleón.
En Fractales Bíblicos la arquitecta Karin Neuhauser nos sorprende utilizando los fractales como un medio para resignificar la lectura bíblica, en particular cada porción (parashá) que se lee los sábados de mañana en las sinagogas. Para ello aplica este concepto propio de las matemáticas a la hermenéutica bíblica, y lo utiliza para el análisis de temas y personajes que aparecen de forma recurrente en distintos pasajes del Antiguo Testamento.
Karin comienza su obra explicando cómo muchas ideas conocidas, no vinculadas con la Torá, se pueden ver como fractales conceptuales. Por ejemplo, cita una afirmación del poeta estadounidense Walt Whitman, quien afirma que “soy inmenso y contengo multitudes” o del inglés William Blake: “el mundo en un grano de arena”, así como del Talmud: “quien salva una vida, salva al mundo entero”, y “Je suis Charlie”, acuñada luego del atentado perpetrado por terroristas islámicos contra la publicación francesa Charlie Hebdo.
De los textos que analiza la autora, los que más me interesaron fueron los de Tazría – Metsorá y Shemot.
En el primero, Karin se refiere a la tzaraat, una enfermedad de los tiempos bíblicos, a veces erróneamente traducida como lepra, que no solo afectaba a la piel de las personas, sino también a sus vestimentas y a su hogar, lo cual me hizo recordar lo que nos sucedió a comienzos de 2020 cuando empezó la pandemia del COVID-19, momento en que se nos decía que nuestras ropas y objetos podían contagiarnos, lo que convertía a esta enfermedad en una especie de fractal, pues contenía en su interior al ser humano, a sus ropas y a sus viviendas. Asimismo, y en palabras de Karin, “las cosas quedan asemejadas a las personas, y reciben el mismo diagnóstico y tratamiento: la ropa se enferma, las viviendas se enferman”.
En Shemot, la primera de las divisiones del libro de Éxodo, la autora aborda un texto complejo y que no ha logrado una traducción unánime. Se trata de las palabras “Ehie asher ehieh” pronunciadas por Dios. Mientras que algunos intérpretes bíblicos las han traducido como “Soy el que soy” o “Soy el que seré”, otros han preferido una traducción literal y han optado por “Seré el que seré”. Por otra parte, “ehieh” también se ha traducido como “estaré”, cuando Dios dice “Estaré contigo”. El contexto de estas palabras es el siguiente: cuando Moisés le pide a Dios que le diga su nombre, Dios le contesta “Ehieh asher ehieh. Así dirás a los hijos de Israel: Ehieh me envió a vosotros”. “Estaré contigo presupone un yo y un tú, una entidad que acompaña, que está aparte pero al lado de otra como dos objetos separados, y connota algo anhelado: protección. Cuando nos vemos naturalizadamente como seres separados, entre nosotros y de Dios, decir estaré contigo tiene sentido, es inmediatamente comprensible”, explica Karin. En este caso, debido a la separación entre el ser humano y Dios, no se configura el concepto de fractal.
“Seré contigo, en cambio, no habla de un acto de proteger, sino de un proceso conjunto de hacerse. Habla de Dios haciéndose a sí mismo a través de Isaac, Jacob o Moisés, o a través de palabras que alguien debe pronunciar y de la boca que ponga en el mundo esas palabras; haciéndose a través del hacerse del pueblo de Israel, o del mundo que esas palabras van modelando”, sostiene la autora. Ese proceso conjunto de hacerse (de creación) entre Dios y el ser humano puede verse como un fractal porque el hombre está dentro de Dios, así como Dios está dentro del hombre.
El libro termina con tres tertulias ficticias, aunque parecen reales, que incluyen enriquecedores diálogos de Karin con los pensadores Santiago Kovadloff, Emmanuel Levinas, Baruch Spinoza, Martin Buber y Sigmund Freud, entre otros.