¿Puede sobrevivir la esperanza?

Fania Oz-Salzberger, Moment Magazine, 3 de junio de 2021

El idioma hebreo moderno, especialmente la jerga militar y política, tiende a reflejar el estado de la nación. Por lo tanto, Israel ya no libra “guerras” ni lanza “operaciones” en Gaza. La palabra de moda ahora es “sevev”, que significa algo así como “round”.[1] En el caso de Gaza, otro “round” más de una serie de choques aparentemente interminables. La palabra “sevev” forma parte de un vocabulario de desesperación. También está relacionada con el verbo bíblico “sovev” en ese gran himno bíblico a la futilidad, el Eclesiastés. En la excelente traducción de Robert Alter al inglés, “Round and round goes the wind, and on its rounds the wind returns” (1: 6)[2]. En este mismo espíritu, muchos observadores vieron el choque entre Israel y Gaza de mediados de mayo de 2021 como una fuerza cíclica de la naturaleza. No hay nada nuevo bajo el sol.

Están equivocados. Esta vez hubo una novedad. El viento malvado que envió cohetes gazatíes a Israel y bombas israelíes a Gaza en mayo, sopló directamente desde la residencia del primer ministro Benjamín Netanyahu, arruinando, en su camino, la coexistencia entre judíos y árabes dentro de Israel. Y puede haberlo llevado finalmente a su ruina. Para ser justos con Netanyahu, probablemente no tenía la intención de otro “round”, y mucho menos de atacar Jerusalén y Tel Aviv. Pero alentó a ambos, a la policía y a los extremistas judíos de derecha, a provocar a los palestinos de Jerusalén Este, lo que a su vez trastornó la delicada coexistencia de judíos y árabes en las ciudades mixtas de Israel, llevó la violencia a las calles y una andanada de obscenidades racistas a las redes sociales, culminando en un “round” con Gaza que, a diferencia de sus predecesoras, no se inició por iniciativa de Hamás o de la Jihad Islámica.

Fue una consecuencia no intencional del intento de Netanyahu de descarrilar la “coalición de cambio” anti-Likud que sus tres rivales, Yair Lapid, Gideon Sa’ar y Naftali Bennett, estaban a punto de firmar. Algún grado de tensión entre judíos y árabes era crucial para la supervivencia de Netanyahu, para hacer volver a Bennett y quizás a Sa’ar al redil del Likud, pero ellos detectaron la trampa. Entonces, con el único propósito de extender su mandato como primer ministro, Netanyahu se convirtió en enemigo de todos los palestinos, uniendo a un amplio grupo demográfico de extremistas y silenciando a la miríada de moderados.

Se negoció un alto el fuego y, mientras escribo esto, es posible que el largo régimen de Netanyahu finalmente haya terminado. Pero el “round” con Gaza todavía causó dos tipos de perdedores: los inocentes y los moderados. Estos incluyen a todos los civiles no involucrados y a cada uno de los niños en Gaza, y a miles de mujeres y hombres dentro de Israel que apoyaron la solidaridad, la confianza y la buena vecindad entre judíos y árabes. A diferencia de los “rounds” previos –una vez más esa terrible palabra – esta vez los extremistas judíos y sus homólogos árabes desarmaron tejidos de coexistencia que habían florecido silenciosamente durante décadas.

Durante años, los manifestantes en contra de Netanyahu fueron acusados de atacarlo “personalmente”. Para mí, este “round” también fue algo personal. Mi madre, a los 81 años, después de haber vivido diez guerras, tuvo que correr al refugio tres veces por noche, mientras los misiles explotaban sobre Tel Aviv. Mi hijo, un educador, vio su arduo trabajo con jóvenes judíos y árabes parcialmente destruido. Mi familia fue testigo del colapso de la frágil convivencia incluso en nuestro propio e idílico sur del Monte Carmelo, con rufianes árabes arrojando piedras a los conductores y deteniendo el tráfico en dos carreteras principales.

¿Ha desaparecido toda esperanza de coexistencia? No. En medio del “round”, mi esposo Eli y yo, con nuestro hijo Nadav y otros 300 judíos y árabes, nos paramos en un cruce de carreteras principal entre nuestra población y la vecina aldea árabe de Fureidis, entregando flores a cientos de conductores. Vi a un conductor árabe de autobús conmovido hasta las lágrimas cuando Nadav le entregó una flor. La gente de Fureidis se unió a nosotros, sonriendo y con apretones de manos. Cuando se corrió la voz, los dos alcaldes nos acompañaron. Lo mismo sucedió en al menos seis lugares diferentes dentro del país. Y en muchos hospitales, los equipos médicos integrados por judíos y árabes, benditos sean, filmaron videos grupales de amistad y solidaridad.

Hemos estado diciendo durante años que las cosas aquí podrían tener que empeorar antes de mejorar. Quizás, dice Eli, ahora hayamos llegado al punto más bajo. Pero la historia no es un péndulo. Está hecha de decisiones humanas. Nosotros, israelíes, podremos tener éxito en cambiar nuestro gobierno, pero deberemos seguir esforzándonos por cambiar lo que es harto más difícil, muchos de nuestros propios corazones. Los palestinos moderados de todas partes necesitan coraje, perseverancia y apoyo. También necesitamos que intervengan el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, y el resto de los adultos responsables de la comunidad internacional.

El fanatismo, decía mi difunto padre, es el peor enemigo de la libertad humana. Y permítanme agregar una definición de moderación: es la capacidad de realizar un multitasking[3] moral, que te importe tu propia gente, pero también otras personas. Algunos de los alumnos adolescentes de mi hijo, tanto judíos como árabes, ya se están reagrupando para trabajar por la coexistencia. Así que aquí estamos, aferrándonos a la esperanza en el Monte Carmelo y deseando que algo de sabiduría salomónica brille una vez más desde Jerusalén.

 

[1] N. del T.: “Round” en el sentido que se le daen una pelea de boxeo o, en otra acepción en español, “ronda”.

[2] N. de.T.: Es un juego de palabras en inglés, en el que “round” también significa giro o vuelta y girar o dar vueltas. En español: “El viento gira y gira, y en sus giros el viento vuelve”.

[3] N. del T.: Capacidad de realizar múltiples tareas simultáneamente

Traducción del inglés: Daniel Rosenthal