Matices: El legado fundamental del Rabino Jonathan Sacks

Dov Lipman, The Jerusalem Post, 12 de noviembre de 2020

El Rabino Lord Jonathan Sacks, quien falleció a principios de esta semana, está siendo recordado por muchas cosas: su erudición, sus notables libros y artículos, sus habilidades de oratoria y su increíble liderazgo, caracterizado por saber qué cosas eran adecuadas decir en qué momento. Pero de todas las lecciones que nos enseñó el Rabino Sacks, y de los ejemplos que nos dio, quizás su legado más importante y crítico pueda ser capturado en una palabra: matices.

El Rabino Sacks dominaba fluidamente la Torá y a Kierkegaard. Aprendió con canciones del rey David y de Leonard Cohen y enseñó sobre las lecciones ofrecidas por ellas. El Rabino Sacks tenía una fe completa y total en Dios y la enseñaba, pero también tuvo el valor de confrontar públicamente preguntas complicadas sobre Dios y Sus caminos. Se sentía igualmente cómodo hablando en una conferencia de emisarios de Jabad como participandoen un diálogo público con Yair Lapid.

El Rabino Sacks se pronunció enérgicamente contra las ideologías con las que no estaba de acuerdo, al tiempo que luchó por los derechos de las personas a expresar esas mismas ideologías. Estaba imperturbablemente orgulloso de ser judío, pero también era capaz de reconocer los aspectos positivos que otras religiones han aportado al mundo. Y fue un férreo sionista que declaraba que Israel es un hogar para todos los judíos, siendo al mismo tiempo un patriota comprometido con el Reino Unido. En un mundo que exige que elijamos un bando, porque todo es blanco o negro, el Rabino Sacks nos enseñó que debemos respetar a todos los demás y que no solo hay lugar para el gris, sino que la complejidad y los matices que se encuentran en el gris son lo ideal.

Nunca ha sido más claro que en estos días que el mundo necesita escuchar y apropiarse del mensaje que el Rabino Sacks enseñó y modeló. Y esto se aplica a todas las esferas de la vida, y también es algo desesperadamente necesario en la compleja realidad llamada el Estado judío de Israel.

Se puede estar vehementemente en desacuerdo con la práctica religiosa de otros y simultáneamente defender su derecho a elegir su propia teología. Se puede creer que todo Israel pertenece al pueblo judío y al mismo tiempo preocuparse profundamente por el bienestar del pueblo palestino. Se puede vivir en un asentamiento mientras se lucha por la paz y se espera firmemente esa paz que puede requerir renunciar a esa comunidad. Se puede creer que el estudio de la Torá es el valor más sublime y al mismo tiempo apoyar el servicio militar obligatorio para todos. Se puede estar en contra del racismo y la discriminación y simultáneamente denunciar los problemas de la población árabe de Israel y de sus líderes electos. Se puede ser orgullosamente izquierdista y sionista o se puede ser férreamente de derecha, pero de mente abierta. Se puede apoyar a Benjamin Netanyahu como primer ministro sin sugerir que Benny Gantz o Yair Lapid son seres humanos horribles, y también viceversa. Podemos aprender mucho del ejemplo de amistades tales como la del difunto ministro Uri Orbach, perteneciente al derechista y religioso Partido Hogar Judío, y del Miembro de la Knesset Ilan Gilon, del izquierdista y secular Partido Meretz, quienes se etiquetaron mutuamente como “mejores amigos”.

«La diversidad es un signo de fuerza, no de debilidad”, escribió una vez el Rabino Sacks en la publicación Jewish Action, perteneciente a la Unión Ortodoxa. “Como escribe el Netziv en su comentario sobre la Torre de Babel, la uniformidad de pensamiento no es un signo de libertad sino lo opuesto… Por lo tanto, las diferencias, las discusiones, los choques de estilo y sustancia no son signos de una malsana división sino de buena salud”.

La retórica que divide y polariza está alcanzando niveles destructivos en todo el mundo, hasta el punto de que los sistemas democráticos y las civilizaciones decentes están corriendo el riesgo de un colapso total. Al mismo tiempo que estamos dolidos por el fallecimiento del Rabino Lord Jonathan Sacks, debemos salvar los cimientos mismos de la sociedad civilizada apropiándonos de sus lecciones sobre matices y tolerancia y ponerlas en práctica.

Extracto del artículo original en inglés traducido por Daniel Rosenthal en acuerdo con el Editor.