Erekat @Jerusalém

Me ha sorprendido que la hospitalización del líder palestino Saeb Erekat, que fungió por muchos años como una suerte de ministro de RREE así como de portavoz de la Autoridad Palestina, no esté siendo actualizada en la prensa israelí o internacional. Todas las noticias que encuentro tienen cuarenta y ocho horas. Erekat fue hospitalizado en el hospital Hadassa de Jerusalém por complicaciones pulmonares en el área reservado a pacientes de Covid; su estado era crítico, y las consecuencias esperables. Pero aún no sabemos nada.

Como todo en torno a la pandemia, también este hecho ha tenido manejo y resonancia política. Gantz, como ministro de Defensa, autorizó la hospitalización de Erekat. Inmediatamente, surgieron reclamos demandando que desde Gaza se devuelvan los cuerpos de cuatro israelíes asesinados allí, que a su vez los palestinos quieren intercambiar por prisioneros en cárceles israelíes. Evidentemente, Gantz y el gobierno de Israel tenían claro que el asunto era primero humanitario y de opinión pública, y en segundo lugar político. Cuando los palestinos están quedando tan groseramente fuera de juego en el contexto de Oriente Medio, sería absurdo “negociar” un tratamiento humanitario a uno de sus principales líderes.

A mi criterio no cabe duda que la decisión de ingresar a Erekat a Israel, a Jerusalém, y al hospital Hadassa fue correcta. Una vez sucedido esto, hay dos problemas mayores: uno, la opinión pública israelí y judía en pro o en contra de la decisión de Israel; y otro, la opinión pública palestina en el mismo sentido, pero sobre todo si consideramos que Erekat bien podría morir en Jerusalém y no en Ramalah. El simbolismo, si tal cosa sucediera (yo veo difícil que se trasladado a ningún lado), sería de cuidado. Ya sabemos cómo los palestinos manejan el tema de la muerte, en especial de sus líderes; recordemos la larga y secreta agonía de Yasser Arafat.

Como judío, cuando se me presenta la opción en blanco y negro entre responder al pedido de ayuda o no, siempre diré que sí. Algunos, incluso aquí en Uruguay, han señalado que Erekat ha llamado a Israel un estado de “apartheid” y que ha apoyado el BDS, y por lo tanto Israel no debía admitirlo como paciente; si seguimos esa lógica de pensamiento, mejor tomemos en cuenta la cruenta 2ª Intifada: Erekat siempre estuvo en los círculos de poder y toma de decisiones.

Pero a la hora de una pandemia, en un territorio y respecto a una entidad política sobre la cual Israel tiene responsabilidad (después de todo, son territorios ocupados por Israel), hay que estar a la altura de la hora. Cierto que si fuera al revés seguramente el líder israelí en tales condiciones quedaría liberado a su suerte, pero Israel es un Estado Judío y por lo tanto se rige por valores judíos: no hagas al otro lo que no quisieras que te hagan a ti.

Lo que me preocupa es la facilidad prodigiosa de los palestinos en erigir mártires. Morir en Jerusalém, largamente demandada por los palestinos en las eternas negociaciones, no deja de ser un acto simbólico. Habrá que ver, si sucede, cómo se maneja. Podemos verlo con un dejo de ironía: un líder palestino de primera línea internado, cuidado, ¿salvado?, en el centro médico más representativo y prestigioso del proyecto sionista: Hadassa, allí donde los vitrales de Chagall representan las tribus fundacionales de Israel. Literalmente, nada podía ser más gráfico.

Tal vez cuando esto se publique los hechos se habrán precipitado, pero creo que las reflexiones son válidas, las consecuencias imprevisibles, y aunque “no pase nada” (que sería lo deseable), siempre es bueno pensar en estos temas más allá de lo político. Porque con el correr de la historia lo que se va estructurando es un relato donde los símbolos prevalecen sobre los hechos.