La rama de olivo hacia Israel

Einat Wilf, The Telegraph, 16 de agosto de 2020

El acuerdo que pronto se firmará entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos es una novedad para el mundo árabe. No es el primer acuerdo de paz entre Israel y un país árabe:ese honor le pertenece a Egipto. Pero es el primero que ofrece la perspectiva de ser y sentirse como una verdadera paz. Israel tiene acuerdos de paz con Egipto y Jordania desde ya hace varias décadas: con Egipto desde 1979, con Jordania desde 1994. Pero ahora está claro que eran poco más que pactos mutuos de no agresión. No es que esto no signifique nada. Juntos, los ejércitos egipcio y jordano fueron la causa del mayor número de muertos israelíes en múltiples guerras entre 1948 y 1973. Egipto y Jordania tienen las dos fronteras más largas con Israel. Estos acuerdos son importantes, pero están muy lejos de lo que uno se imagina como “paz”. A pesar de la firma de estos acuerdos, Egipto y Jordania aprovecharon toda oportunidad que tuvieron para dejar en claro que no tienen ningún interés en mantener relaciones amistosas con Israel, y que no quieren nada más que la cooperación en materia de seguridad. No ha habido una cooperación económica de base amplia, ni una apertura al turismo ni a los intercambios culturales. Pocos israelíes se aventuran a ir a esos países, ciertamente no más allá de la península del Sinaí, y ningún egipcio o jordano visita Israel. Peor aún, Egipto y Jordania, en su desesperada intención de señalar que no son amigos de Israel, se han convertido en sus enemigos jurados en los foros internacionales, encabezando varias resoluciones anti-Israel. Egipto ha sido durante décadas el principal productor y proveedor de contenido antisemita duro para el mundo árabe.

Los israelíes se habían resignado al hecho de que sus acuerdos con Egipto y Jordania eran lo mejor que se podía esperar de un país árabe. Pero luego vienen los Emiratos Árabes Unidos, proponiendo una relación con un país árabe que se asemeja a lo que siempre hemos imaginado que debería ser la paz. No solo habla de turismo de ida y vuelta, vuelos directos y cooperación económica y científica abierta de base amplia, sino que todo el tono es de calidez y aprecio.

Desde el anuncio, mi cuenta de Twitter se ha llenado de cuentas emiratíes posteando las banderas de los Emiratos Árabes Unidos e Israel, con sinceros deseos de paz y de visitas mutuas. Sí, las relaciones en curso entre los Emiratos Árabes Unidos e Israel han sido un secreto a voces durante algún tiempo, y los intereses mutuos son claros, pero la decisión de “sellarlo con un anillo” es muy importante.

El hecho de que los Emiratos Árabes Unidos estén abriendo un enorme agujero en el muro de décadas de “antinormalización” árabe es importante, porque afecta el corazón del conflicto árabe-israelí: la visión árabe e islámica de que Israel es un implante extranjero en la región que debe ser expulsado. De ahí la caracterización de Israel como un estado “colonialista europeo” y “cruzado” establecido por invasores extranjeros”.

Normalizar las relaciones, en lugar de una paz helada, es un reconocimiento de que Israel no solo está aquí para quedarse, sino que pertenece a la región. Puede parecer un poco exagerado adjudicar todo esto a los Emiratos Árabes Unidos, que es un país pequeño pero que tiene una importancia muy por encima de su peso en el mundo árabe y más allá. Con sus imponentes rascacielos y ambiciosos proyectos arquitectónicos, campus universitarios internacionales, deslumbrantes centros comerciales, aerolíneas de primera clase y programas espaciales, los meros nombres de Dubai y Abu Dhabi se han convertido en símbolos de un mundo árabe orientado hacia el futuro. Cuando tantos estados de la región se están desintegrando en una disfuncionalidad sangrienta, los Emiratos Árabes Unidos muestran lo que es la funcionalidad árabe.

El hecho de que los Emiratos Árabes Unidos hayan optado por unas relaciones abiertas, cálidas y de amplia base con Israel coloca esta elección claramente en el ámbito del futuro, relegando a aquellos que todavía tienen la intención de darle la espalda a Israel a una alianza con el pasado. Aquellos que continúan oponiéndose a la “normalización” con Israel, ya sea en las relaciones diplomáticas o en los campus universitarios, aparecerán cada vez más como gruñones apegados a la irrelevancia histórica.

Traducción: Daniel Rosenthal