«La Guerra del Retorno»

Amy Spiro, Jewishinsider.com 28 de abril de 2020

Los últimos titulares periodísticos sobre el conflicto palestino-israelí se centran continuamente en los asentamientos, la anexión y el trazado de fronteras. Pero esa narrativa pierde de vista por completo el problema principal que es la base del conflicto que data de décadas atrás, argumenta EinatWilf en su último libro, The War of Return: How Western Indulgence of the Palestinian Dream Has Obstructed the Path to Peace (La guerra del retorno: cómo la indulgencia occidental por el sueño palestino ha obstruido el camino hacia la paz). El libro de la exmiembro laborista de la Knéset, en coautoría con el ex reportero de Haaretz Adi Schwartz, argumenta que eliminar clara y definitivamente cualquier premisa de un futuro “derecho de retorno” a Israel de los refugiados palestinos es el único camino hacia la paz.

“Creo que a quienes les preocupa el conflicto, en general tienden a no entender cuál es el problema central”, dijo Wilf a JewishInsider. “Creo que la gran mayoría de los que todavía se preocupan por este tema piensa que tiene que ver con la ocupación, los asentamientos, las fronteras, un estado palestino”. Los que continúan presionando por una solución, especialmente aquellos que consideran a Israel como la raíz del conflicto permanente, dijo, no entienden “hasta qué punto los palestinos están realmente comprometidos con la visión de una ‘Palestina desde el río hasta el mar’“.

El compromiso de los palestinos con el derecho de retorno, y su disposición a alejarse repetidamente de los acuerdos sin tener uno, ilustra cuán poco dispuesto está el liderazgo palestino a aceptar ningún Estado de Israel, argumenta Wilf. Exigir el derecho de millones de palestinos a “regresar” a lo que ahora es Israel, incluso si hubiera un estado palestino vecino, terminaría efectivamente con el estado judío, señaló Wilf. Y no es casualidad, afirmó, que el asunto no siempre sea frontal y central. “Los propios palestinos han decidido no destacarlo”, dijo. “Porque es mucho más fácil ganar puntos con ‘ocupación’ y con ‘asentamientos’“. Wilf sugirió que los palestinos son “lo suficientemente inteligentes como para entender que si hablan claramente sobre el tema de los refugiados, pierden la discusión”.

Ningún país occidental apoya la idea de “una Palestina desde el río hasta el mar al oeste”, dijo. “Entonces, si los países occidentales pensaran por un momento que los palestinos se toman en serio el tema, perderían su apoyo en un minuto”. En cambio, afirmó Wilf, “han creado la impresión de que es un problema secundario y que es un problema solucionable, pero no lo es”. Enfrentados a tener que optar entre un estado palestino o el derecho de retorno, “entonces es el estado el que se está dispuesto a malbaratar, no el retorno”.

En su libro detallado y basado en profundas investigaciones, Wilf y Schwartz exponen cómo el problema de los refugiados palestinos sólo se ha agravado con el tiempo, exacerbado por la negativa occidental de tratar a los refugiados palestinos como los de cualquier otra región. Los autores apuntan claramente contra quién creen que es el principal culpable de perpetuar el problema: la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA).

“La realidad trágica pero inevitable es que la UNRWA ha facilitado la perpetuación del problema de los refugiados palestinos en lugar de su resolución”, escriben Wilf y Schwartz. En lugar de trabajar para reducir la cantidad de refugiados, señalan los autores, la UNRWA ha aumentado esa cifra de alrededor de 700.000 en 1948 a más de 5 millones en la actualidad. Esto se debe a que la organización registra a todos los descendientes como refugiados, incluidos aquellos que son ciudadanos de otros países – másde 2,2 millones en Jordania – yno trabaja para reasentar permanentemente a ninguna parte de la población. La organización, escriben Wilf y Schwartz, “actúa bajo el disfraz de las Naciones Unidas y el manto de preocupación por los derechos de los refugiados para garantizar efectivamente que el conflicto con Israel continuará y seguirá siendo insoluble”. Los autores trazan un camino para desmantelar la organización en un esfuerzo por dar un paso hacia la resolución del conflicto.

Wilf le dijo a JI que se dio cuenta de esto después de las reuniones que mantuvo con “palestinos moderados” mientras trabajaba como asesora del entonces líder laborista y viceprimer ministro ShimonPeres a principios de la década de 2000. Esperaba encontrarse con actores moderados que buscaban la paz, pero en cambio le dijeron “no tienes conexión histórica con este lugar”. La ex miembro de la Knéset describió un brusco despertar cuando se dio cuenta: “Estamos hablando de dos conflictos muy diferentes aquí”. Wilf dijo que le quedó claro que la corriente de opinión principal de los palestinos no es flexible en cuanto al tema, sin importar las ramificaciones.

“La cuestión de los refugiados sigue siendo… la prueba de fuego más importante para comprender la posición palestina verdadera y final”, escriben Wilf y Schwartz. “Porque no es posible conciliar la demanda por el retorno masivo de refugiados con el derecho del pueblo judío a la autodeterminación dentro de su propio estado”.

En 2018, la administración Trump anunció que dejaría de proporcionar fondos a la UNRWA. Pero esa decisión, argumentan Wilf y Schwartz en el libro, fue una “oportunidad perdida”. “No se desarrolló un trabajo preparatorio para explicar por qué este problema es importante y por qué este problema requiere políticas diferentes”, le dijo Wilf a JI. La Casa Blanca no contactó a diplomáticos de otros países europeos – quecontinúan financiando a la UNRWA – conel fin de “construir alianzas para lograr tener más países a bordo al explicar el fundamento”. Y como los Estados Unidos están en una situación tan hiperpolitizada en este momento, dijo, los demócratas consideran que la mayoría de las decisiones tomadas por el presidente Donald Trump son incorrectas y necesitan ser revertidas, cosa que podría suceder si el exvicepresidente Joe Biden es elegido en noviembre.

The War of Return fue publicado por primera vez en hebreo en 2018, y recientemente se tradujo al inglés, haciéndolo accesible a un público mucho más amplio, confía Wilf. Eso incluye a diplomáticos, políticos y periodistas que “se han focalizado en problemas equivocados y énfasis equivocados”. “El libro tiene la intención de dar vuelta la narrativa”, dijo Wilf, “para llevarla a lo básico y mostrar: mira, en general, Israel hizo lo que podía y debía para obtener la paz, y esa no es la razón por la que no tenemos la paz”.

Wilf se ha identificado durante mucho tiempo con la izquierda israelí, trabajó para el veterano peacenik Yossi Beilin, y luego se desempeñó como asesora de Peres, antes de ser elegida para la Knéset por el Partido Laborista en 2010. Abandonó el Laborismo en 2011 para unirse al Partido de la Independencia encabezado por el ex primer ministro Ehud Barak, que no participó en las elecciones de 2013. Hoy, dijo, se considera una “optimista a largo plazo” cuando se trata de la paz.

“Cito a Jazal, los sabios judíos, que dicen que ‘No eres tú quien terminará el trabajo, pero eso no te da permiso para no hacerlo’“, dijo la atea declarada. “Hacemos lo que podemos durante nuestra vida para promover las cosas en las que creemos, incluso si no se convierten en realidad durante nuestra vida”. Un día, dijo Wilf, espera y cree que pueda surgir un nuevo liderazgo palestino que entienda que Israel “no es una presencia temporal en la región”. “No sé cuánto tiempo llevará eso: 5 años, 15 años, 500 años, quién sabe”, dijo. “Hay acciones que podemos emprender para que sea más temprano que tarde. Si puedo trabajar para que el tiempo en que eso suceda se reduzca, entonces eso es lo que voy a hacer”.

Wilf sostuvo que el plan de paz de Trump “tiene muchas cosas buenas”, a pesar de su camino poco realista hacia la paz palestino-israelí. Y sobre el tema de los refugiados, dijo que el plan es “un paso en la dirección correcta”, pero aún está “desconectado”.

La exmiembro de la Knéset laborista dijo que el naciente gobierno de Netanyahu-Gantz no es lo que ella esperaba que se concretara después de las terceras elecciones consecutivas de Israel el mes pasado. “Pensé que aquí había una oportunidad única que no había existido durante siete décadas para una cooperación política seria con los partidos árabes de Israel”, dijo. Pero cree que el gobierno de unidad representa el “amplio consenso” entre la sociedad israelí sobre los temas de seguridad y paz. “La gran mayoría del público israelí está en el mismo lugar y el gobierno lo refleja”, dijo. “Al final del día, hay una diferencia ideológica muy limitada” entre los partidarios del Likud y de Blanco y Azul: ninguno de los dos quiere evacuar los asentamientos israelíes ni anexar grandes cantidades de palestinos a Israel.

Wilf es escéptica, sin embargo, sobre la posibilidad de que la anexión de asentamientos judíos, que se avecina el 1 de julio, avance con el apoyo de Estados Unidos, algo consagrado en el acuerdo firmado por Netanyahu y Gantz la semana pasada. “Estados Unidos ciertamente no lo va a aprobar, ciertamente por parte del lado de Kushner, si los estados del Golfo y Egipto no lo van a aceptar al menos pasivamente”, sostuvo Wilf.

Ese escenario, dijo, sólo ocurriría si se envía un mensaje de que cualquier anexión, de un porcentaje fijo y limitado de Cisjordania, sería el final y no el principio. “Si básicamente esas son las fronteras finales de Israel, y en lo que sea que quede, Israel no construirá nada y estará disponible para un estado palestino”, entonces quizás Egipto y Arabia Saudita miren hacia otro lado, dijo. “Ese es un escenario que podría ocurrir”.

Traducción: Daniel Rosenthal