Palabras en el Acto del 10o. Aniversario de TuMeser
Quisiera abrir este evento con un toque muy personal: hoy mi hija Daniela cumple 30 años. Un buen rato antes que Fania y Eli aterrizaran esta mañana ya nos abrazamos y quisimos como sólo este mundo virtual nos permite: virtualmente.
Haga lo que haga la tecnología, y vaya si ha cambiado nuestras vidas, nada sustituye la experiencia inmediata, el afecto de una caricia, la calidez de un beso. Tal vez en esta ambigüedad entre la presencia física y la ilusión del relato, radica buena parte de nuestra naturaleza como judíos, y mucho más específicamente la razón de un proyecto como TuMeser.
Hablando de hijos, hoy están ausentes las dos personas que a través mío y de mi hermana concibieron este amor tan singular por el judaísmo, el Hebreo, e Israel. Mis padres, Ruth y Iosef. No importa el derrotero de nuestras vidas, dónde nos encuentra hoy, los caminos que cada uno ha recorrido. Ni las mitzvot de mi Opa y Oma ni el Idish de mi Saba y Sabta fundaron el judaísmo de mi familia nuclear; fue el Sionismo. La noción de patria en Israel. La noción casi vergonzante del Iored. El Ivrit. El Kibutz como sueño. Beer Sheba, sesenta años atrás, como último bastión y último intento. La noción del eterno regreso. Comprender esos caminos recorridos es la génesis primigenia de TuMeser.
Con Fania y Eli ha llegado una parte de Israel que lamentablemente se pierde en la manipulación de las noticias, en la parcialización de los hechos, en las historias que eligen y elegimos contarnos. Existe todavía un Israel profundo, sionista y judío, opuesto a los fundamentalismos mesiánicos, y enamorado de las causas humanistas que representaron nuestros patriarcas y predicaron nuestros profetas. Creemos que ellos, Fania y Eli, representan buena parte de ese Israel que amamos profundamente; el nuestro, el de siempre. Probablemente ya no el único.
No hubiera sido lo mismo una video-conferencia con Fania; sería válido, pero no igual. Su presencia aquí, su breve periplo por tres capitales sudamericanas, son mucho más que un discurso; son una vivencia.
TuMeser surge por mis hijos, Uriel y Daniela. Darle sentido a una identidad mutuamente acordada por sus padres no fue una tarea menor: para empezar, se precisaron dos; y además se precisaban ideas fuerza, razones, motivaciones, relatos, ritos, y tradiciones.
Creo que en buena medida TuMeser nace de mi necesidad personal de entender y priorizar todo ese caudal de variables que conlleva el judaísmo.
Para cuando TuMeser nace formalmente hace diez años mis hijos ya no eran excusa o causa; su judaísmo, como les he dicho cantidad de veces, ahora está en sus manos. Tanto mis hijos como mis padres me legaron mi propio judaísmo, mi propia vivencia de una experiencia judía.
No hay experiencia judía si no es en comunidad. Tengo que mencionar puntualmente dos instancias comunitarias que me convocaron y atraparon para siempre: primero, como padre, la Escuela Integral; y luego, como judío de a pie, la NCI. TuMeser se forjó en las conversaciones con mis pares en ámbitos como Consejos o Directivas, en los pasillos, en mis conversaciones con maestros, directores, y rabinos.
La conversación en el seno de la comunidad judía del Uruguay gira básicamente en torno a tres asuntos: Antisemitismo (incluye Israel, Boycott, etc); Halajá (lo prohibido y lo permitido); Denominación (Ortodoxia, Reforma, etc). Siempre sentí que algo estaba faltando, que lo judío no podía reducirse a asuntos tan categóricos y taxativos. Porque me consta que, desde el texto bíblico con todas sus lagunas hasta el texto talmúdico con todas sus discusiones entre pares, el judío vive en el dualismo.
Tampoco fue casualidad que TuMeser surgiera en 2009: ese año sucedieron en vida dos hechos que me han marcado para siempre.
En primer lugar leí la novela de Amos Oz Z’L “Historia de Amor y Oscuridad”; en segundo lugar, asistí por primera vez a un seminario para líderes comunitarios en el Instituto Shalom Hartman en Ierushalaim.
Sin estas dos experiencias, TuMeser era posible, pero no hubiera podido remontar por encima de cierto nivel.
Hartman nos ofreció el tipo de conversación judía que estábamos buscando; una conversación en torno a los grandes dilemas no sólo de nuestro pueblo sino de la humanidad toda a través de una mirada judía tal como surge de las fuentes y de los aportes de sus académicos. No se trata de si rezamos así o asá, sino cómo nuestros valores como judíos inciden en nuestras vidas.
La novela cumbre de Amos Oz nos contó la historia de quiénes somos: nosotros, los que huimos de Europa, los Sionistas, los pioneros (mis padres serían veinte años más tarde esos pioneros que el niño Amos imaginaba detrás de las montañas), los estadistas en ciernes, los que pisaban como pidiendo permiso las veredas de Ierushalaim. La sensibilidad de Amos Oz, su compasiva mirada hacia la tragedia y dulce hacia la esperanza, me dieron una renovada noción de la hondura de nuestra identidad.
¿Qué es TuMeser exactamente? O, ¿qué NO es? Definir TuMeser en una primer etapa fue casi intuitivo, cuando con Giuliana Alpern iniciamos el camino: era rupturista, intelectual, un poco elitista, y muy restringido y exclusivo; llegábamos a muy pocos. Aún así, marcó su impronta y aquellos años recogimos mucho texto e ideas que circulaban en la intelectualidad judía, y no, del Río de la Plata.
Con los años el perfil cambió: Janet Rudman trajo consigo una mirada más ingenua e inquisitoria, fuentes impensadas pero fascinantes, y una avidez por materiales nuevos que supuso todo un desafío. El público lector de TuMeser creció sensiblemente. Ambas, Giuliana y Janet, fueron siempre colaboradoras fieles y desafiantes y por todo ello estoy agradecido.
Tumeser nunca fue nada de lo siguiente: actualidad; antisemitismo; halajá; vida comunitaria; hasbará; portavoz institucional. Sí procuró ser: opinión; reflexión; introspección; complejización; provocación; interrogantes; desafíos.
Hoy cumplimos diez años y TuMeser es sobre todo opinión e inquietudes de quien les habla. Sumamos artículos traducidos que nos parece pertinente traer al español, por lo cual agradecemos a Daniel Rosenthal su trabajo de traducción y consulta; sumamos artículos específicos que nos parecen relevantes. Pero a falta de recursos se hacía muy difícil sostener el proyecto tal como se sostuvo tantos años: cuatro artículos y un editorial. TuMeser eligió nunca tener avisadores.
Parecería que, en términos relativos y locales, la propuesta de TuMeser llegó para quedarse. Entre las diferentes redes y medios de difusión alrededor de un millar de lectores nos siguen y se toman su tiempo para escucharnos. Nos han invitado a tener conversaciones judías en diferentes ámbitos. Incluso se han suscitado intercambios apasionados entre nuestras posiciones y otras antagónicas, permitiendo precisamente lo que buscamos desde el primer día: una conversación judía relevante.
No podía haber llegado a este día sin dos apoyos fundamentales, críticos, pero siempre incondicionales: por un lado es un apoyo colectivo a través de mi comunidad, la NCI: en cada uno de sus socios, en su personal, en mis compañeros de sucesivas Directivas, y en sus Rabinos. Gracias.
Si en lo colectivo evito nombrar porque todos cuentan, en lo personal nombro porque como escribió la poetisa, la MaestraZelda de Amos Oz, y canta mi amada Java Albestein, toda persona tiene un nombre: gracias a mi esposa Karin. Sus preguntas filosóficas, filosas, tal como se implementan, y ahora ya muchos conocen, en su “Laboratorio de Identidad”, me superan, pero al mismo tiempo me compelen y desafían; su apoyo incondicional me emociona.
No es en vano que Fania Oz-Salzberger sea hoy nuestra invitada; ella tiene su propia historia, y vaya historia; pero sobre todo, ha sabido profundizar en eso que yo llamo “una conversación judía”: los judíos y las palabras, la construcción del relato como forma de ser y pertenecer.
Ha sido Twitter quien nos unió y permitió este proyecto. Twitter, la gran javruta universal.
Tal vez no sea casual que este Shabat sea “Lej-lejá”: permitamos que las palabras de Fania hoy disparen el viaje interior en cada uno de nosotros, el mismo que tuvo que afrontar Abraham Avinu cuando se le dijo: “Vete de tu tierra, de tu familia y de la casa paterna a la tierra que te señalaré”. Porque nosotros, los judíos, seguimos viajando, seguimos dejando nuestras tierras y familias y casas paternas en aras de un ideal. La mera búsqueda sigue perfeccionándolo.
Es allí, en la búsqueda y los ideales, donde TuMeser ha tratado de incidir en estos diez años.
Muchas gracias.