Los precursores de hoy

Karin Neuhauser, 9 Tishre, 5780.

Se podría decir que los judíos siempre supimos ser pioneros. Suena chauvinista, pero tiene cierta base. No me refiero solo a nuestra historia de ser los primeros monoteístas, o los primeros que dejaron de hacer sacrificios humanos; es que siempre supimos estar en las actividades que cambiaban al mundo. Estuvimos en las innovaciones que cambiaron el comercio, las finanzas, en los descubrimientos  geográficos, en los experimentos sociales, como el kibutz. Cuando la física y la química eran la punta, nos llenamos de premios Nobel y Einsteins. Eso se puede ver al menos desde dos ángulos: o tenemos buen ojo para elegir hacer o apoyar lo que va a ser de punta, o nuestras propuestas son de vanguardia y marcan rumbos. Hubo un momento en el que dejamos la física y la química, y nos volcamos al cine. ¿Qué muestra eso? Que lo que nos decía como es el mundo iba a dejar de ser la ciencia, e iba a empezar a ser la imagen, la narrativa visual. Luego, por supuesto, aparecimos en la informática. Y luego, apareció Harari, diciéndonos que los judíos en realidad no aportamos nada, pero aportando, como buen judío, un mapa de las supuestas líneas hacia el futuro.

La serie “Years and Years” (HBO 2019), como propuesta de relato y de crítica del futuro,  sigue bastante ese mapa de Harari. Está la transhumanidad como descorporización o cyborgización, como modo de vencer a la muerte y de superar la individualidad, pero también como automanipulación y herramienta de evasión, y como negocio. Es la misma transformación del ser humano en algo que no sabemos qué es y no podemos siquiera comprender; la diferencia es que en la serie la transformación se da a a partir de un conjunto de valores. Es decir: aparecen las búsquedas desorientadas, pero también, mejor o peor lograda,  una propuesta de rumbo, un sentido espiritual. Precisamente lo que le faltó a Harari. El sentido, que es el corazón del mito, le quedó desdibujado justo a quien toma la capacidad de hablar de lo que no existe, de crear mitos, como la base que posibilitó la cooperación en masa, y las búsquedas que nos transformarán en dioses. El mapa de Harari, por momentos, es una enumeración de investigaciones sin ton ni son.

Mi primera pregunta al ver Years and Years  fue: ¿el creador, será judío? La respuesta de Google fue “No”. No sé qué me averguenza más, si la respuesta o la pregunta que me hice. Lo cierto es que alguien dijo que “camina delante de mí ….” (Génesis 17:1) se podría interpretar como “hazme propuestas” , como un mandato de proponerle a Dios modos de reparar o recrear. Eso es ser pioneros, inventores. Aventurar formas de construir el mundo, sucesivas, sustitutivas, a través de una ética, de un modo de desarrollo, de modos de ver, de modos de narrar. Y hoy, por momentos, parece que hubiéramos olvidado ese mandato.

Hoy la narrativa como mecanismo de construcción del mundo está copada por la competencia, y nos ganan ampliamente. Nos desgastamos tratando de explicar que los hechos no fueron así, sino asá, mientras los demás se inventan a sí mismos y a su historia, y a nosotros como villanos en ella, y se venden exitosamente, como alguna vez supimos hacer nosotros. ¿Es que estamos proponiendo rumbos nuevos por otra vía, o es que nos dormimos en los laureles y dejamos de cumplir el mandato?  El punto es que cumplirlo nos identifica, que si no lo cumplimos dejamos de ser, porque de algún modo somos esa función.  ¿Cuál es el camino, insistir con nuevas narrativas, o buscar nuevos mecanismos de construcción? ¿O ambos? ¿Es el camino por cual nos haremos “homo deus” el que estamos explorando? ¿Van por ahí, por ejemplo,  las startup de Israel? Si es ése el camino, parece errático, falto de rumbo, como el mapa de Harari. Si lo es, tengo una propuesta: start ups de lo humano, o de los transhumano, o de los poshumano. Startups de visualización de rumbos. Empresas de producción del nuevo ser.