«Sapiens», 5 Años.
Se han cumplido esta semana cinco años de la publicación en inglés por primera vez del libro “Sapiens” de Yuval Noah Harari. Sólo cinco años y bien podría parecer mucho más. Tal vez la razón sea no tanto en el impacto profundo y aún no del todo procesado que tuvo ese, su primer y revolucionario libro, sino por la influencia que tuvieron sus dos siguientes obras: “Homo Deus” y “21 Lessons for the 21st Century”. Desde “Sapiens” en inglés en 2014 (en Hebreo fue publicado en 2011), pasando por “Homo Deus” en 2016 y ahora “21” en 2018, no sólo la carrera de Harari ha sido meteórica sino que su influencia e impacto ha sido enorme. Tanta información estructurada en tantas hipótesis y teorías, por especulativas que puedan ser, son impactantes; más aún cuando se acomodan al ritmo vertiginoso de los tiempos en que los celulares inteligentes habilitan cada vez más y mejores aplicaciones. Si tuviera que darle un nombre a la obra de Harari, y en un sentido más metafórico que literal, diría que se trata de una ambiciosa aplicación cuya interface son sus libros, y con ellos sus conferencias. El único “problema” es que Harari no puede vender su aplicación a Google o Facebook porque sin él no hay interface: las ideas están allí pero no podríamos acceder a ellas como él nos lo ha permitido.
Nada hubiera sido posible sin “Sapiens”. Cuando uno lee el libro, en especial en sus primeros capítulos, es como si estuviera “viendo” a Harari pensar; es una experiencia fascinante. Si uno toma en cuenta que el libro tuvo su génesis en apuntes de Historia Universal que Harari preparaba para sus estudiantes de grado en la Universidad Hebrea de Jerusalém (mientras investigaba y escribía sobre códigos de caballería medioeval), la idea cierra: cómo explicamos la historia del ser humano desde su prehistoria hasta nuestros días. Harari encontró algunas claves que parecen explicarlo todo. Si es así o no, es harina de otro costal. Pero ciertamente su mirada sobre nuestra especie y su evolución son únicas e innovadoras. Todo comenzó en “Sapiens”.
Cuando por fin leí “Sapiens” en 2015 (mi amigo Harold Wiener en Israel me porfiaba que debía leerlo, que era revolucionario) había leído recientemente otro libro de Historia Universal, “Historia del Hombre” de Cyril Aydon (Planeta, 2009), que sigo considerando excelente. Por supuesto que Aydon y Harari comparten la mayoría de la información “objetiva” acerca de la historia de la especie; lo que varía, asombrosamente, es cómo la entienden. Ya hace muchos años había leído “El Mono Desnudo” de Desmond Morris (1967) pero cincuenta años, en especial en nuestra era, es mucho tiempo. Morris escandalizó a la intelectualidad de su época “reduciendo” el comportamiento humano a lo animal; Harari lo hizo elevándolo a lo divino. Aun con ese background y otros libros de historia más específicos, las preguntas que se hace Harari en “Sapiens” fueron absolutamente novedosas, y sus hipótesis absolutamente jugadas y fascinantes. Casi como aquella de Freud que hace de Moisés un príncipe egipcio. Sólo podemos pensar fuera la caja si efectivamente salimos de la caja.
Sapiens maneja dos aspectos fundacionales de la especie sobre las cuales construye todo el resto de su teoría histórica y su especulación futurista. Por un lado, la capacidad y cualidad comunicacional del Sapiens en comparación a otras especies; y por otro su exposición a tres revoluciones históricas: la cognitiva, la agropecuaria, y la tecnológica. Las cuales no hubieran sido posible sin las cualidades comunicacionales, y estas son: comunicarse por mero interés ficcional (qué sucedió a quién, o “chusmerío”) por un lado, y “hablar de aquello que no existe”, por otro. La capacidad de construir ficciones (reales o no) permitió a la especie construir mitos y creencias que actuaron como factor aglutinante y permitieron la cohesión de grandes números de individuos. Mientras que otras especies no pueden organizarse en grupos de más de ciento cincuenta individuos (monos, lobos), el Sapiens puede organizarse en miles y millones, siempre que crean en un mismo mito, una misma historia.
Sobre el final de “Sapiens” Harari comienza a especular. Por eso en español el libro fue titulado “De Animales a Dioses”, cuando en realidad trata sobre la transición de animales a “humanos”, o Sapiens. Cuando disertó en Punta Tech en enero de 2016 en Punta del Este adelantó sus planteos para su inminente libro, “Homo Deus”. Sólo dos años más tarde estaba publicando un libro sobre sus preocupaciones más personales, sus creencias y sus críticas, de la Humanidad en que nos toca vivir. Nada de esto sería posible sin “Sapiens”. No podemos leer su segundo y tercer libro sin haber leído el primero. O, podemos, pero nos perdemos lo mejor. Porque es mucho más fascinante entender cómo pudieron suceder las cosas y por qué, que especular acerca de cómo y por qué sucederían. Porque si bien los algoritmos vinieron para quedarse, y la especie humana es prisionera de sus instintos y capacidades evolutivas, también es capaz de las grandes revoluciones tal como el mismo Harari las describe. Nunca sabremos cuál será la próxima.
Por eso en este quinto aniversario la exhortación es volver a lo básico, al principio de todas las cosas, a la aproximación casi bíblica (aunque él jamás lo admitiría) de la historia del hombre: “Sapiens”. Cinco años más tarde sigue siendo no sólo relevante, sino que resta un largo camino a recorrer en lo que hace a su influencia. Porque nos fascina más pensar que podremos vivir más años o desarrollar inteligencias artificiales que nos sustituyan (fascina y aterra), que pensarnos como criaturas semejantes al resto de las que habitan el planeta pero con una herramienta, una sola, que no sólo nos da el poder, tal como explica Harari, sino que nos da la esperanza: el lenguaje.