Carta Abierta al Gran Rabino de Sudáfrica.

Nathan Lopes Cardozo, 4 de julio de 2019

 

Al Gran Rabino de Sudáfrica, Rabino Dr. Warren Goldstein, y su Tribunal Rabínico

Shalom ubrajá.

Espero que ustedes y sus familias estén todos bien.

Hace poco, me informaron que ustedes prohibieron que todos sus rabinos (ortodoxos) enseñen en las conferencias Limud de este año en Johannesburgo, Durban y Ciudad del Cabo, que tendrán lugar en agosto. Como tengo un gran respeto por todo lo que han hecho por los judíos sudafricanos y por los programas sobresalientes que han desarrollado y que han sido adoptados en muchos otros países, estoy – como rabino ortodoxo – muy triste por su decisión. De hecho, soy totalmente incapaz de comprender cuáles podrían ser sus motivos para esta resolución trascendental. No puedo creer que la razón sea que otras denominaciones, como los movimientos reformista y conservador, también estarán presentes. Esto suena como una mediocridad y no refleja su excelencia como personas.

Si ésta es la razón, entonces creo que es un gran error. Aunque sospecho que no podré hacerles cambiar de opinión, me gustaría explicarles a ustedes y a mis muchos lectores por qué he estado enseñando en Limud durante muchos años, en muchos países, y por qué creo que participar es una obligación para cualquier rabinato ortodoxo.

Por lo que sé, solo los batei din de Inglaterra y Sudáfrica ha dado este paso radical de prohibir a sus rabinos enseñar. En todos los demás países, los rabinatos ortodoxos participan plenamente, incluido Jabad. ¡También es extraño que los batei din ortodoxos que prohíben a sus rabinos enseñar en Limud otorguen sus certificados de kashrut rabínicos a la comida que se sirve en estas conferencias!

Aunque ya les he explicado mi posición en escritos anteriores, permítanme repetir algunos de los puntos que he formulado y agregar algunos más. Lo que más me gusta del auténtico judaísmo ortodoxo es su enorme valentía. Se atreve. No evita los obstáculo ni las críticas. Disfruta de una buena lucha para enriquecerse. Le encanta confrontar y provocar. Es un movimiento de protesta contra todo tipo de “ismos”; pero por sobre todo, contra la mediocridad. Su tarea es perturbar, luchar contra la complacencia y el engreimiento espiritual. El judaísmo enseña que uno no puede heredar la religión. Es algo por lo que uno tiene que luchar y ganárselo. Ser religioso es vivir en un estado de guerra: desconfiar permanentemente de los clichés mientras se lucha por comprender, evitar la obstinación y mantenerse flexible y, quizás lo más importante, negarse a permitir que la práctica se convierta en un simple hábito y esforzarse por mantener el estado de alerta espiritual y moral.

Soy hijo de un matrimonio mixto y fui criado en un entorno completamente secular. Mi descubrimiento del judaísmo ha sido una revelación continua durante muchas décadas. Durante ocho años estudié en la ultraortodoxa Yeshivat Beit Yosef en Gateshead, Inglaterra, y luego continué aprendiendo en otras yeshivot en Israel. He estudiado filosofía secular durante muchos años, y cuanto más aprendo, más me doy cuenta de que si bien estas yeshivot me brindaron una base sólida de conocimientos talmúdicos, algo por lo que estoy sumamente agradecido, hay mucho más en el judaísmo que sólo estos estudios. Creo que el judaísmo ortodoxo real todavía tiene andamios que deben permanecer en su lugar mientras la construcción continúa, para nunca terminar.

Por eso me encanta ir a Limud, a escuchar y a enseñar. Limud es un lugar donde me desafían, donde escucho cosas nuevas incluyendo algunas que son puras tonterías); donde puedo enamorarme de mis compañeros judíos, reír y llorar con ellos, y compartir mi compromiso y mis dificultades con el judaísmo.

Sin embargo, en lo que creo que Limud debe insistir, es en no invitar a periodistas antisemitas (como sucedió hace muchos años en Londres) y a judíos que se odian a sí mismos (como aparentemente sucedió en Sydney). Tampoco deberían permitir que los oradores del BDS difundan sus mentiras sobre Israel. El pluralismo no significa que todo sea admisible. “La cúspide de la tolerancia es más fácil de ser alcanzada por aquellos que no están sobrecargados de convicciones», dijo Alexander Chase (Perspectivas, 1966) ¡Aquellos que no defienden nada aceptarán cualquier cosa!

Espero no tener que explicarles que el movimiento reformista y otras denominaciones, por mucho que estemos en desacuerdo con ellas, no tienen nada en común con estas facciones antisemitas. Disfruto escuchar a los conferencistas en Limud, específicamente cuando sé que probablemente no esté de acuerdo con sus conclusiones. Esas conferencias me desafían a reexaminar mis creencias, y ocasionalmente ofrecen muchas críticas profundas al judaísmo. A veces estoy de acuerdo con esas críticas, a veces no.

Pero una cosa es seguramente cierta: el judaísmo ortodoxo de hoy en día está demasiado dedicado a la autoconservación defensiva, a apuntalar vacas sagradas que deben ser sacrificadas antes de que pueda volver a descubrirse a sí mismo y ser auténtico una vez más. Si no admitimos esto, simplemente nos estamos engañando a nosotros mismos. Y Limud es un gran facilitador, motivándome a ayudar a que el judaísmo sea una vez más el amor principal de muchos de mis compañeros judíos.

Limud me ofrece todo el mundo judío en un microcosmos. Como alguien que ha estado enseñando judaísmo durante más de cincuenta años, necesito saber qué está sucediendo en el mundo judío en general: todas las dificultades, las diferencias de opinión, las paradojas y el dolor de muchos de mis compañeros judíos que no encajan en una caja fácilmente definible, pero a quienes aun así les encanta ser parte de nuestro gran esfuerzo. Me enfrento a diario con la acusación de que el judaísmo se ha estancado, que es terriblemente dogmático, que ya no propone ideas audaces y que ofrece poco a los muchos jóvenes judíos que buscan vidas más espirituales. Lamentablemente, estoy de acuerdo.

La ironía es que las enseñanzas y prácticas que integran el judaísmo fueron diseñadas justamente para evitar un escenario así. Por lo tanto, me pregunto a mí mismo, así como a mis colegas ortodoxos: ¿Podemos reformular o, más precisamente, ayudar a revitalizar el judaísmo ortodoxo para que vuelva a representar una forma de vida vibrante, sin dejar de lado lo que creo que son sus fundamentos? Creo que podemos, pero necesitamos que Limud nos ayude a escuchar las voces de todas estas almas que buscan. En verdad, creo que la mayoría de los judíos religiosos, ya sean ortodoxos, conservadores o reformistas, incluyéndome a mí mismo, ni siquiera saben cuánto más tiene para ofrecer el judaísmo. Integra multitudes; abarca un mundo de ideas sublimes con las que ni siquiera hemos empezado a lidiar.

Varios rabinos ortodoxos me han pedido que no participe en Limud, porque al hacerlo le doy legitimidad a otras denominaciones. Con el debido respeto, considero esto una completa estupidez. Al igual que Internet, Limud es un mercado para muchas ideas que actualmente circulan por todo el amplio mundo judío. ¿Es que yo no debería utilizar Internet en absoluto porque dentro de su inmensidad existen opiniones con las que estoy parcial o totalmente en desacuerdo, y que a veces encuentro un poco repulsivas o tontas? ¿Por qué debería negar a los cientos de participantes de Limud la oportunidad de escuchar una idea ortodoxa (que espero que sea) inteligente sobre qué es el judaísmo o qué creo que debería ser? ¿Por qué debería ofrecerle Limud en bandeja de plata a las escuelas de pensamiento con las que discrepo respetuosamente, aunque creo que algunas son interesantes?

Al decirle a sus rabinos que no participen, ¿no da la ortodoxia la impresión de que teme a las otras denominaciones? Nada podría ser peor que eso. Es una señal de derrota total. ¿Es esto lo que ustedes quieren lograr? ¿No deberían estas denominaciones temer a los ortodoxos, si ustedes, al igual que yo, creemos que la ortodoxia contiene la “verdad”, sea lo que sea lo que esto signifique? Me encanta participar en paneles donde los representantes de otros movimientos religiosos judíos discuten conmigo. Es una maravillosa oportunidad para aprender, así como para mostrar la posición ortodoxa. Tengo mucho que aprender de ellos, y ellos de mí.

De hecho, creo que todas estas denominaciones deberían darse cuenta de que ha llegado el momento de ver en qué puntos están de acuerdo. Si bien es cierto que existen diferencias de opinión, algunas de ellas muy serias, también es cierto que en los últimos años se han producido cambios importantes en todas estas ramas – incluida la ortodoxa – que creo que sientan las bases para nuevas oportunidades en las que la cooperación es posible, incluso a nivel ideológico y halájico. Cada denominación debe dejar su propia zona de confort y aprender a asumir riesgos. Aunque la renuencia a hacerlo se ve a menudo como un signo de debilidad, no se debe cometer el error de creer que esa es la historia completa. De hecho, la terquedad para comprometerse a menudo está relacionada con la debilidad. Pero también está relacionada con el hecho de que no se puede anteponer la reconciliación a la conciencia de cada uno. El judaísmo es mucho más que política, economía, ciencia o incluso filosofía.

Es una categoría completamente diferente, y ni siquiera la unidad por la unidad en sí misma puede ser su objetivo final. Su objetivo es lograr kedushá (santidad), proclamar una gran misión moral religiosa y vivir de acuerdo a ello. ¿Por qué no mostrar y explicar esto en Limud?

Quiero que el judaísmo sea lo que siempre solía ser: una tradición donde las ideas puedan ser probadas, discutidas, reflexionadas a fondo, reformuladas e incluso rechazadas, en el entendimiento de que nunca se ha llegado, se puede llegar o se debería llegar una conclusión definitiva. Los asuntos de la fe deberían permanecer fluidos, no ser estáticos. Quiero que mis compañeros judíos se enamoren de la Halajá tradicional – no defensiva sino profética – sobre la cual han escrito famosos rabinos ortodoxos, sobre todo Rav Avraham Itzjak Kook, uno de los más grandes pensadores ortodoxos de nuestro tiempo, así como muchos otros. Después de todo, la Halajá es el resultado práctico de vivir de acuerdo a creencias no definitivas mientras permanecen en suspenso teológico. Sólo así el judaísmo puede evitar quedar paralizado por su respeto de una tradición rígida o, por el contrario, evaporarse en un ensueño utópico.

Por todas estas razones, nosotros, rabinos ortodoxos, deberíamos participar en Limud. No hacerlo es un terrible negligencia de nuestro deber religioso. Aunque sospecho que no podré persuadirlos para que cambien de opinión, espero que se den cuenta de que su decisión hace más daño que bien. Esperemos que el año próximo decidan de manera diferente.

Con respeto, y deseándoles Shabat Shalom desde Ierushalayim,

Nathan Lopes Cardozo

Traducción: Daniel Rosenthal