Shavuot: Judaísmo e Ideas.
Donniel Hartman, 26 de mayo de 2009.
Los israelíes celebran Shavuot más intensamente que cualquier otra comunidad judía en el mundo. En Erev Shavuot, decenas de miles de judíos religiosos, seculares y tradicionales de todo el país se unirán para estudiar en los numerosos e increíblemente diversos programas de Tikún Leil Shavuot. Lo que una vez fue la herencia sobre todo de los ortodoxos, ahora se ha convertido en la herencia de muchos.
El renacimiento de Shavuot no ha sido acompañado por una mayor observancia ritual. A diferencia de Pésaj y Sucot, Shavuot no se conmemora con una gran cantidad de observancias rituales, sino más bien con una concentración en el acto de estudiar la Torá. Simboliza la idea de que nosotros, los judíos, somos el pueblo del libro, y que ser judíos significa involucrarse en el estudio y el pensamiento. Talmud Torá, para algunos, es importante porque puede llevar a la práctica. (BT Kidushin 40b). Éste no es su significado en el Israel moderno, y tampoco creo que ni siquiera entre los rabinos. Cuando los rabinos declaran: “El estudio de la Torá los supera a todos” (Mishná Peá 1:1), no se refieren al estudio requerido para perfeccionar la práctica del ritual judío, porque lo que se necesita para lograr este objetivo es marginal.
El estudio de la Torá es significativo no sólo porque permite la práctica, sino más bien porque redefine el foco de la agenda religiosa del judaísmo, alejándolo de la mera observancia y llevándolo también hacia un mundo de pensamiento e ideas. Celebrar Shavuot es declarar que en nuestra tradición religiosa, lo que pensamos, cómo pensamos y qué ideas producimos es algo fundamental para la calidad y la naturaleza de nuestras identidades y vidas judías.
Al celebrar Shavuot en estos tiempos, nos encontramos en una posición particularmente precaria, ya que nos estamos convirtiendo cada vez más en un pueblo en el que el ethos del estudio de la Torá, es decir, creer que las ideas son importantes, se ve seriamente amenazado. Nos hemos convertido en un pueblo motivado y guiado por las crisis, desde Irán y los misiles iraníes, hasta la continuidad judía. Estas crisis son tratadas como incendios que deben ser extinguidos, pero estos esfuerzos están apagando gran parte de nuestra creatividad. Hemos achatado nuestros horizontes intelectuales y transformado los problemas serios que requieren una nueva y seria forma de pensar en debates superficiales, eslóganes de chacota y soluciones a corto plazo. “Jerusalem Unificada”, una “solución de dos estados”, “Paz Ahora”, Israel como un “Estado Democrático Judío”, “continuidad judía”, se han convertido en eslóganes de chacota en lugar de temas que requieren de nuestros pensamientos más profundos y creativos.
La forma en que construimos un estado judío y democrático con una gran minoría árabe palestina no es un problema que deba manipularse para obtener puntos políticos públicos, sino uno con el que debemos luchar intelectual y moralmente. El futuro de Cisjordania y los asentamientos se ha transformado en una cuestión de los intereses norteamericanos y con lo que nos permitirá zafar de una situación, y no lo que queremos ser en el futuro. Israel y la moral judía de la guerra se han convertido en un tema debatido desde una perspectiva política, como si fuera únicamente un problema político y no uno moral.
Nos estamos dedicando a estudios interminables para conocer exactamente la sensibilidad judía de nuestros jóvenes, o la falta de ella, en nombre de la continuidad judía. Sin embargo, rara vez usamos este conocimiento para desarrollar una visión de dónde deberían estar y cómo podemos inspirarlos para que lleguen allí, sino más bien para correr atrás de ellos en un ataque de pánico con la vaga idea de que si los alcanzamos dondequiera que estén, quizá quieran “seguir” siendo judíos de alguna manera. Hemos transformado nuestro discurso público en uno de eslóganes, en lugar de uno con sustancia.
Shavuot y el mandamiento del Talmud Torá enseñan que no hay continuidad sin contenido, y que la supervivencia del pueblo judío, si bien depende de tener a las fuerzas militares y políticas donde sea necesario, no puede sostenerse sólo con estos esfuerzos. En un mundo en el que todos los judíos son judíos por elección, nos mantendremos en la medida en que presentemos un producto digno de perpetuación y una religión llena de ideas y valores que inspiren el compromiso y den sentido a la pertenencia. Al celebrar Shavuot, necesitamos más que un Tikún Leil Shavuot. Necesitamos un Tikún para nuestra gente. Tenemos que volver a comprometernos con ser un pueblo de grandes ideas. Fueron estas ideas las que constituyeron la revolución que fue y es el judaísmo, y que nos inspiró a lo largo de los siglos. Necesitamos seguir inspirándonos si queremos ser justos con nuestra herencia y crear los cimientos de nuestro futuro.
Traducción: Daniel Rosenthal