Shavuot: Meguilát Ruth y “Matán Torá” para el Mundo
Micah Goodman, Tikun Leil Shavuot 5767, extractado por Noam Zion.
La tradición post-talmúdica de leer el libro de Ruth en Shavuot, que para los rabinos también es “Jag Matán Torá” (Fiesta de la entrega de la Torá), implica una relectura crítica de Matán Torá.(1) Matán Torá trata sobre un pacto entre Dios e Israel, en el que Dios le da a Israel la Torá. Israel es el reino de los sacerdotes de Dios que viven en un nivel más alto de santidad. Pero no hay nada en el Éxodo sobre una misión universal de extender la Torá a las demás naciones, aunque en Génesis 12, Abraham es considerado como una bendición para todas las naciones.
Sin embargo, Ruth es una extranjera, hija de Moab, que es descendiente de una relación ilícita entre Lot y su hija (Gen. 19). Los moabitas están explícitamente excluidos de entrar en la comunidad de Dios durante 10 generaciones, es decir, para siempre (Deuteronomio). Rut tiene un mal “yiches”, un mal linaje (en ídish). Sin embargo, Ruth se convertirá en el modelo para la conversión, para la aceptación voluntaria de las leyes de Dios y para unirse al pueblo de Dios y recibir una herencia de la tierra de Dios. Su linaje será borrado, y no será juzgada por sus padres, sino por sus hijos. La genealogía del Libro de Ruth está al final y no al principio del libro, como en los estereotipos bíblicos sobre Esther o Saúl.
Como comentó el rabino Jonathan Sacks, el rabino jefe de Gran Bretaña, tal vez la judeidad de los judíos debería ser juzgada no por la “idishkeit” de su madre, sino por la judeidad de sus nietos. Ruth engendró a David y, después de eso, todos aquellos con ambiciones políticas afirmaron ser descendientes de David, como si el “yiches” fuera la clave del mérito. Pero el Libro de Ruth muestra que “yiches” no es nada comparado con la devoción individual y la fuerza de voluntad.
De hecho, gran parte de la Torá presenta a nuestros padres y madres de forma desfavorable(2), no como fundadores heroicos, como lo esperaría Maquiavelo o como muchos ultraortodoxos muestran a sus padres bíblicos y rabínicos perfectos, que les dan zejut avot. En el Salmo 78: 1-7 se nos manda contar la historia de los padres a los hijos, pero que revelemos cómo los padres se convirtieron en ben sorer umoré, los hijos rebeldes. Se les dice que no sean como sus padres, que fueron una generación de rebeldes.(2) Que no confíen en zejut avot y no se enorgullezcan demasiado del linaje de David.
[Incluso podríamos argumentar que el converso cuya identidad es una cuestión de elección es el judío ideal. ¿No fue Abraham un converso? ¿Moshé no fue criado como un egipcio que eligió responder al llamado de Dios? En su carta a Ovadia HaGer, Rambam dice que el converso es el verdadero israelita, porque es un verdadero seguidor, un imitador y, por lo tanto, hijo espiritual de Abraham. Abraham, según Rambam, es el padre de su nación, porque es un converso filosófico que rechazó a su propio yiches malo, su padre Teraj. Ruth es la encarnación de Abraham, el converso que abandona a sus padres y su tierra natal por el judaísmo. Rambam le da la bienvenida a un converso como verdadero hijo de Abraham. Maimónides incluso describe a Rabí Akiba como el hijo de su padre, Yosef, que era un guer tzedek (Maimónides, Introducción a la Mishné Torá). Akiba creció odiando a los rabinos y solo decidió estudiar más tarde en la vida por el poder de su voluntad. Él no tenía yiches, por lo que su suegro lo rechazó y le negó cualquier herencia.]
Ruth luego socava el valor de la herencia patriarcal y al mismo tiempo actúa en contra del consejo de Noemí, solicitando unirse al pueblo y obtener un trozo de la herencia de Israel. Ella exige acceso universal a la Torá y la membresía en el pueblo de Dios. En ese sentido, ella es un apoyo importante para pasar del concepto de Matán Torá como herencia exclusiva de Israel en el Monte Sinaí para pasar a la visión de Isaías de la entrega de la Torá desde el Monte Sión a todas las naciones del mundo (Isaías 2: 1-4).
En este sentido, Israel no tendrá que desarrollar una labor misionera, porque los pueblos, al igual que Ruth, vendrán voluntariamente a Sión para vivir la vida de Dios, para que la Torá se difunda desde el Monte Sión. Quizás Isaías está revirtiendo la historia de la Torre de Babel (Gen. 11), en la que Dios dispersó a todas las naciones y rechazó la unificación de todos los seres humanos alrededor de una sola torre. Ahora, el monte Sión se eleva para que todas las naciones puedan ir (de regreso) hacia Dios y llegar a la unidad basada en la paz.
Curiosamente, el rey Salomón (I Reyes 11), el rey de la paz (Shalom), también convierte a Jerusalem en una ciudad internacional, visitando otros reinos, haciendo tratados de paz con ellos, casándose con sus hijas para hacer de todas las naciones una sola familia y luego construirles a esas mujeres extranjeras sus propios templos paganos en Jerusalem. Esta Jerusalem multicultural, multirreligiosa y multinacional es una versión de Isaías 2 y, sin embargo, una perversión. La apertura de Salomón a las naciones no es el modelo ofrecido por Ruth o Isaías 2. Para Isaías 2 y Ruth, el universalismo todavía necesita una Torá común. Intentan expandir el linaje particularista, nacionalista, basado en el Matán Torá de Sinaí a un transnacional Matán Torá de Sión.
Traducción: Daniel Rosenthal