«Nostos»

Felipe Acher, Montevideo, 2019.

El libro “Odisea, un padre, un hijo, una epopeya ” de Daniel  Mendelsohn  relata dos  historias paralelas, entrelazadas. Por un lado se describe el estrecho vínculo de  Daniel Mendelsohn con su padre  Jay  y en paralelo la obra  maestra de Homero, el clásico,  “La Odisea”. Daniel es profesor  de  Literatura clásica en el  Bard College, de Nueva York,  y tiene ya varios libros escritos as como publicaciones en medios de comunicación  diversos. El punto de partida es la participación de  Jay, ya octogenario, en un seminario universitario sobre la Odisea que esta a cargo de su  hijo A posteriori del seminario , ambos deciden hacer un crucero  recorriendo parte de los lugares fundamentales de  la Odisea terminando en Itaca , a donde  Ulises llega luego de un periplo  épico.

Con estos dos puntos de apoyo Daniel Mendelsohn recorre  toda su experiencia  vital , sus  vínculos  familiares, girando en forma primordial alrededor de la relación con su padre, y tomando referencias de la novela  para vincularlas con su vida , aderezado con las vivencias  y comentarios de los alumnos durante dicho  seminario

Interesado en la mitología , me zambullí en la lectura, la que me  absorbió  en forma mayúscula  por ser  un relato  ágil, entretenido,  y con muchos aprendizajes. Mientras avanzaba las paginas me  di cuenta que yo mismo estaba haciendo un viaje interior, hacia mis raíces, al igual que  Telémaco, el hijo de Ulises que busca su identidad. Mi viaje  hacia las raíces estaba siendo  una búsqueda  de mi linaje. Una y otra vez, la identidad, quien uno es, la permanencia de la  esencia a pesar del tiempo transcurrido, aparece en el relato homérico.

Lo que ocurrió ,es que estaba proyectando mi vínculo filial en  función de lo que iba leyendo  de la novela de Daniel Mendelsohn. Encontraba similitudes  entre el relato y mi relación  con mi padre, aun siendo las   características personales de Daniel diferentes a las mías, y las de Jay a las de mi padre.

Hace ya casi  dos años, al morir mi padre, se interrumpió  el contacto personal  con él,  pero sigo interactuando a  través  de los recuerdos,  los lugares y experiencias que  tuvimos juntos o las enseñanzas recibidas que emergen un día si y otro también.

Un tema  esencial en la Odisea es el recorrer el camino, el  viajar, el conocer  nuevos lugares, personas, lenguas, como  tan bien lo dice  Constantino Kavafis en su poema «Itaca»:

Cuando emprendas tu viaje a Itaca 
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
….. 

Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el c
amino
sin aguantar a que Itaca te enriquezca“.

El viaje  fue para mi padre  y lo es para mi un pilar en nuestras vidas. Muchas veces lo  hice con él, otras veces con amigos, las más de las veces con mi familia propia. El  viaje es una experiencia  transformadora, el que vuelve no es el mismo que se fue, se le abre un abanico de miradas diferentes a lo  rutinario, a los espacios  monótonos de la vida diaria, al encontrarse  con el otro en su dimensión  más plena.

De manera que la lectura de este libro fue un Nostos, que en griego significa  vuelta a casa. Volví a los orígenes. Retorné a un vinculo determinante en mi vida, que incidió  en gran parte de lo que soy. Calibré la personalidad, los defectos  y virtudes, de quién tuvo un rol en la vida privada como padre y en la vida pública por sus actividades comunitarias.

Retorné los pasos a través del recuerdo a los tiempos de la niñez donde se reconstruyó una familia sobre las bases de dos  jóvenes que habían perdido demasiado prematuramente a sus parejas y quedaron cada uno de ellos con su hijo propio para  seguir andando en la ruta de la vida. De allí se creó  una nueva pareja que se consolidó con la llegada de una hija propia .Tres hijos fuimos los que ellos criaron , educaron y prepararon para la vida adulta.

Mi padre y yo no tuvimos  nuestro crucero recorriendo los pasos de Ulises en su retorno a Itaca como Dan  Mendelsohn y su padre, pero pudimos tener una experiencia análoga cuando lo  invité, (un par de semanas luego de enviudar por segunda vez), a ir juntos a Su Itaca, por así decirlo, y estuvimos  durante una semana en Israel. Fue un viaje donde estuvimos  solos el uno con el otro (la única vez que se dio algo así, salvo alguna  vez por temas laborales). En esos días  yo  tenia muy claro  que esa experiencia  no tendría tendría repetición – si bien no había  ningún riesgo en su salud en aquellos tiempos-, pero cada día de la estadía yo percibía que aquello no tendría réplica. Conversamos , filosofamos, tuvimos largos ratos de silencios, vimos personas  que eran parte de nuestro pasado común, recorrimos lugares, vimos teatro; en fin, disfrutamos a tope.

En la novela Jay le pide a su hijo para participar en el seminario sobre «La Odisea», en mi caso fui yo que estuve sentado como  oyente en algunas oportunidades en las clases de la Cátedra de Judaísmo de la  Universidad  Católica del Uruguay cuando había temas de interés, y también para acompañarlo. La   cátedra fue su  baby de los últimos quince años de vida (como solía decirnos, al aludir algún proyecto asignado a alguien en la actividad laboral: «esto es tu baby”). A ella  dedico su tiempo ,esfuerzo  y energía  como  colofón de su larga actividad comunitaria. El legado educativo, el sembrar saberes, conocimientos  e historias, fue su apuesta al  futuro, de los que allí se formaban.

La lámpara  que ilumina el teclado donde esto escribo, era la que el usaba en sus tardes de lectura, que tantas y tantas veces vi  cuando me acercaba a su rincón  de lectura y de música de la casa. Momento que comentábamos   sobre lo que  leía  o escuchaba con el énfasis de su parte en el significado  o trascendencia de aquello. Esta lámpara  me da la luz que recupero desde el recuerdo de las vivencias compartidas

«La Odisea» empieza y termina con la búsqueda de un hijo a su padre, eso mismo fue lo que este libro disparó mientras me deleitaba con su lectura.