#Valizas
Hoy, domingo 14 de enero de 2018, el hashtag #Valizas ya no figura en la lista de “tendencias” de @Twitter. Tema cerrado. Diría un rabino, “¿qué nos enseña?”. En general deploro la aproximación didáctica a los hechos, como si aprender fuera solamente la formulación de una máxima conclusiva respecto de un hecho, cuando aprender es la suma de experiencia y la continua formulación de preguntas. Bajo esta premisa, una vez cerrado el caso, la cuestión radica en las preguntas que quedan planteadas, enunciadas o implícitas en el colectivo nacional y en el colectivo judío en particular.
Para empezar por casa, digo inequívocamente que el mensaje oficial del Comité Central Israelita del Uruguay (CCIU) fue timorato y por lo tanto inadecuado. Me consta que el CCIU hace hincapié en que representa a una comunidad (“la colectividad”) y no al Estado de Israel, pero en este caso el manejo de ese matiz dejó en evidencia una falta absoluta de claridad y contundencia. “Jóvenes israelíes recién liberados del servicio militar”, término usado como motivo por el discriminador, poco tiene que ver con “las políticas del gobierno de Netanyahu”, frase preferida de ciertos redactores de noticias y opinión, de las cuales tan cuidadosamente ponemos distancia. Todos los judíos uruguayos sabemos que el enrolamiento al Ejército de Defensa de Israel es una cuestión no sólo “de estado”, nacional, sino identitaria: define quienes somos. De modo que las razones esgrimidas por el dueño del hostel afectan nuestra identidad: como judíos, y por lo tanto como potenciales israelíes (ver “Ley de Retorno”).
Que la palabra “antisemitismo” no haya sido usada en el comunicado, y a tales efectos poco y con reticencia en las redes, connota una adhesión a la manida distinción antisemita entre “israelí” y “judío”. ¿Vamos a caer en ese juego, en esa trampa? Matices más o menos, un judío sabe que Israel es parte de su identidad como judío, le guste más o menos, le guste o no. Parafraseando al teólogo Hans Kung, el judaísmo se construye, entre otras, en la unicidad de dios y la promesa de “La Tierra”. Lo sucedido en Valizas es antisemitismo liso y llano, y no denominarlo es desacertado; por decirlo delicadamente.
Por otro lado, me congratulo del empuje, el trabajo, visto en las redes. La opinión pública, judía y no, se movilizó y actuó mucho antes que el Intendente de Rocha saliera a decir algo (desacertado también). Por un momento me pregunté si, una vez que sucedía un hecho inequívoco de antisemitismo no íbamos a reaccionar adecuadamente, cuando generalmente actuamos como el pastor solitario pidiendo justicia y condena por hechos o comentarios insignificantes o poco relevantes; si nuestro instinto persecutorio había dejado de pronto de funcionar; pero no, esta vez finalmente se activó, actuó, y tuvo consecuencias. Sea por razones fiscales o por lo que sea, el dueño del hostal pagó su error. A otra cosa.
A nivel nacional, la pregunta que queda planteada, la más grande y obvia, es si la uruguaya es una sociedad antisemita, y a tales efectos, en general racista o xenófoba. Me queda claro que visto desde lo políticamente correcto la respuesta es contundente: NO. Sin embargo, las excepciones que se suman, por más que las minimicemos, y valga la redundancia, suman. De modo que la tolerancia y apertura uruguayas no son ni perfectas, ni generales, ni monolíticas, sino una tendencia. En general, la sociedad uruguaya no es ni antisemita ni xenófoba ni racista.
Pero venimos acumulando hechos, y conste que no soy experto en llevar cuenta. Empezando por todo el fenómeno antisemita durante la guerra de Gaza en 2014, del gobierno para abajo; Paysandú el 8 de marzo de 2016; el café que no acepta mexicanos; y ahora Valizas. Asumo que entre éstos se mechan cantidad de episodios que desconozco o no recuerdo. Dicho de otra manera, no estamos libres de la epidemia. La reciente ola migratoria de cubanos, venezolanos, algunos chinos, peruanos, hindúes, y otros extranjeros, pondrá a prueba la verdadera naturaleza nacional en este aspecto. Confío en que saldremos airosos. Pero para ello, por cada señor como el de Valizas, se precisan formadores de opinión pública que se jueguen y pongan sobre la mesa la gravedad de los hechos. Y no sólo aquellos ampliamente aceptados por la sociedad, como el feminicidio; el antisemitismo es tan violento como cualquier “cidio”.
Por eso quiero cerrar estas reflexiones con una grata sorpresa. Mirando Telemundo en canal 12 de Montevideo el sábado 13 de marzo la presentadora de turno, Malena Castaldi, una joven hasta entonces desconocida para mí, notoriamente fuera de libreto, una vez finalizada una nota en Rocha sobre el movimiento de protesta del agro, y a raíz de su propia pregunta respecto al tema Valizas, se tomó unos breves pero contundentes segundos para condenar lo ocurrido en el hostal con los ciudadanos israelíes. Usó pocas palabras, sonó ecuánime, como una joven uruguaya preocupada por la realidad de su país. Que, con una tribuna, no dudó en usarla en pos de sus ideales.
#Valizas puede bien pensarse como un buen final a un episodio desgraciado. Que sirva de ejemplo. Que algo aprendamos.