Famosos sobre Judaísmo, Israel, & otros tópicos
Elad Zeret & Liel Leibovitz, Tablet, 5 de julio de 2017
Es sencillamente correcto que, una vez que la Gente del Libro logró crear un estado-nación moderno, dedique una semana a los libros. Incluso en esta era de pantallas por doquier y medios sociales desenfrenados, Shvua Ha’Sefer, o Semana del Libro, sigue siendo una de las tradiciones más queridas en Israel, con Ferias del Libro surgiendo en ciudades a lo largo y ancho del país y autores dando conferencias para compartir sus ideas y su trabajo. A comienzos de este mes, el popular periódico israelí Yediot Aharonot conmemoró el feliz evento contactando a un puñado de renombrados escritores — algunos israelíes, algunos judíos estadounidenses y, uno de ellos, un sofisticado filósofo francés — para hablar de política, profecías, identidad, familia y, por supuesto, de Donald Trump. Lo que sigue son extractos de estas conversaciones.
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Sobre ser judío
Etgar Keret: Los escritores judíos son los que se divierten más, especialmente los escritores judíos estadounidenses. No hay tema que no puedan exprimir hasta que quede totalmente seco. En el tiempo que a mí me lleva escribir 60 páginas, Jonathan Safran Foer escribe una novela de 600 páginas.
Paul Auster: Debo admitir que toda esta obsesión con la identidad es algo que no entiendo por completo. La identidad para mí es mi pasaporte, que tiene mi nombre y mi fotografía. Nunca consideré que mis personajes estuvieran confundidos de alguna manera sobre su identidad. Es cierto, sin embargo, que están luchando, y que sufren pérdidas o tienen alguna otra dificultad y están intentando reconstruir sus vidas, pero estas son luchas universales, ni judías ni no judías. Mi ambición como escritor siempre ha sido escribir sobre las cosas significativas en la vida de una persona — nacer, crecer, enamorarse, estar enamorado — y las experiencias que esto crea.
Nicole Krauss: Ya hace 20 años que asisto a un grupo mensual de estudios judíos. Todos allí tienen 75 años, y espero ansiosamente estas reuniones. Con cada sesión, entiendo cómo se conformó mi cerebro por ser judía. Es una riqueza tremenda.
A.B. Yehoshua: Cuando se habla de escritura y judaísmo, es importante dejar en claro que judaísmo es un término que se remonta al siglo XIX. Mis escritos son israelíes. Soy la quinta generación de una antigua familia jerosolimitana por parte de mi padre. Sus antepasados llegaron desde Salónica y Praga. Por parte de mi madre, mi abuelo era un rico marroquí que dejó atrás a todos sus hijos y nietos e hizo aliá en 1932, cuando había 200.000 judíos viviendo aquí. Llegó desde un Marruecos libre de antisemitismo, un hombre religioso que vino aquí porque era sionista. Así que yo soy totalmente israelí, y también lo son mis escritos… El salto de ser judío a ser israelí es un salto moral, porque significa asumir la responsabilidad por la totalidad de la realidad y por todo lo que te rodea. Un judío de la diáspora es un judío que es libre cuando interactúa con otros judíos de la diáspora. No está ni aquí ni allá, pero, en realidad, está en todas partes. Aquí, en Israel, vives como lo harías en cualquier otro lugar, en una nación que ofrece responsabilidad mutua y hace cumplir la disciplina mutua. Pasas por pruebas día tras día, basadas en lo que haces, no en lo que dices. Yo vivo dentro del hebreo. Soy un ciudadano israelí. Mi identidad es clara. No hay un solo israelí que puedas decir que sea un israelí asimilado, aunque no haya leído a Bialik o el Siddur, como tampoco puedes decir que un francés está asimilado si nunca leyó Moliere o sabe poco de historia francesa.
Meir Shalev: El judaísmo crea su identidad a partir de dos fuentes. La primera es observando las mitzvot. Un judío es una persona que observa las mitzvot, y no tengo problema con que tengamos nuestras diferencias en ese sentido. La otra fuente es la genialidad, es contar historias. Los judíos son personas que conocen sus propias historias y que crean nuevas, aun cuando no sean tan buenas… Más personas celebran el séder de Pésaj que las que ayunan en Iom Kipur. ¿Por qué? Porque la historia es genial, y es así como se crea la identidad. Incluso los judíos seculares adoran la historia del Éxodo, aunque saben que partes de ella son ficción total. Sentarnos y comer comida deliciosa en Pésaj no es lo único que hacemos. Leemos un texto que es uno de los textos más lamentables jamás escritos en hebreo, pero que está lleno de pequeñas ceremonias que graban claramente el recuerdo en tu mente.
Michael Chabon y Ayelet Waldman: Waldman: Por un tiempo tratamos de encontrar un judaísmo que tuviera que ver con la religión en sí. Mis padres me criaron como atea sionista, así que nunca fui a la sinagoga. Había un odio por todas las cosas ortodoxas. Pero luego pasamos por un período en el que abrazamos el judaísmo con nuestra familia. Todos nuestros niños han sido bnei mitzvá y hubo ceremonias hermosas y que fueron realmente significativas para nosotros como familia. Y celebramos Shabat, y ocasionalmente incluso fuimos a la sinagoga por un tiempo.
Chabon: Durante una década.
Waldman: Si, lo intentamos, hicimos lo mejor que pudimos. Y entonces, en algún momento, los dos nos miramos y fue como decir: “Basta”. Era como pensar: Aquí estábamos tratando de forzar estas estructuras del judaísmo para que sean una especie de rúbrica progresiva espiritualmente significativa, cuando son como una broma. Sabes, puedes reescribir las oraciones una y otra vez. La verdad es que ésta es una religión que sólo es…
Chabon: Chovinismo.
Sobre Israel
Ayelet Waldman: La comunidad judía en los Estados Unidos es probablemente la comunidad blanca más consistentemente progresista, en términos de derechos de aborto, derechos civiles, la constitución, igualdad de derechos, feminismo, todo desde salud hasta política exterior. E Israel es como para las generaciones anteriores — la generación de mis padres, por ejemplo — había una especie de hueco para Israel. Así que tendían estas políticas progresistas en casa, marchaban con Martin Luther King, pero tenían esa especie de hueco para Israel, que era, tú sabes, Israel puede hacer lo que quiera porque existe ese tipo de ansiedad, la ansiedad del Holocausto. Pero la juventud en los Estados Unidos, la comunidad judía joven, no tiene ese mismo sentido del hueco. No pueden tolerar la contradicción de la política, de su expresión de la política estadounidense, y del sionismo. El mejor escenario son organizaciones como J Street, porque J Street es abiertamente sionista en pro del Estado de Israel y cree en la solución de dos estados. La verdad que lo que la mayoría de los judíos estadounidenses experimentan es una completa desconexión, incluso los judíos que desesperadamente quieren tener una relación con el judaísmo. Siempre siento que Israel ha cometido este terrible error al difamar a J Street, porque J Street es el mejor escenario. El siguiente nivel son los niños como mis hijos, que simplemente no quieren oír hablar de ello. No les importa, no están interesados. Sus valores como demócratas en los Estados Unidos no pueden alinearse con lo que está sucediendo en los territorios ocupados, y por lo tanto se desconectan. Estamos llevando a dos de nuestros hijos más jóvenes a Israel por primera vez. Se lo ofrecí a mis hijos mayores. Y su respuesta fue: “No.» Preferirían ir a cualquier otro lugar del mundo. Completamente desconectados. No quieren oír hablar de ello, pensar en ello, nada.
Amos Oz: El fanatismo nacionalista es casi todo producto de los judíos europeos, por no decir de los ashkenazíes. El fanatismo de los padres fundadores de Israel, de algunas de las personas más cercanas a mí, para forjar poderosamente aquí a un hombre nuevo y borrar todas las tradiciones de todas las diásporas, incluido el ídish y el ladino, eso es un tipo de fanatismo de Europa oriental. Viene completo con la adoración de las fuerzas armadas y las aspiraciones imperialistas. Del mismo modo, el fanatismo de los judíos haredíes, el que dicta que ser judío significa aislarte en tu gueto, eso también es una importación europea. Los judíos del Oriente Medio fueron siempre más tolerantes religiosamente, y estaban acostumbrados a vivir pacíficamente con personas muy diferentes de ellos mismos. El fanatismo es una maldición que nos viene de Europa, no del Medio Oriente, y se me rompe el corazón cuando veo cómo los hijos e hijas de los judíos que emigraron a Israel desde los países del Medio Oriente son infectados y arrastrados por ese fanatismo europeo. Ojalá fuera al revés.
Bernard-Henri Lévy: Los extremistas son realmente una minoría. Pero si hay una brecha sobre la que los judíos israelíes están teniendo dificultades para hablar, es el abismo entre lo religioso y lo secular, entre Jerusalem y Tel Aviv. En mi libro explico por qué la palabra “ortodoxos” no es realmente el mejor término para esta gente. Ser ortodoxo significa pertenecer a una escuela osificada de pensamiento, y no hay nada menos osificado que estudiar el Talmud. Estos hombres de negro estudian los libros sagrados, mantienen los textos en movimiento constante. Alguien en la política israelí necesita decir eso. Israel necesita conversaciones apaciguadoras; eso es algo que su liderazgo no hace bien, y eso me entristece mucho.
Paul Auster: He pasado a ser muy pesimista sobre el futuro de Israel. Cada una de las partes en este conflicto se atrinchera más profundamente y no hace ningún esfuerzo para ver el punto de vista del otro lado. No estoy culpando sólo a Israel o sólo a los palestinos, culpo a ambos lados. Es un fracaso mutuo darse cuenta de que ambas partes tienen un lugar en esta franja de tierra y que tienen que encontrar una manera de vivir allí. No puedo dejar de pensar que, si Arafat hubiera sido Gandhi y si los palestinos tuvieran una actitud diferente, habrían tenido un estado hace 30 años. Pero no funcionó de esa manera. En lugar de resistencia no violenta, vinieron con rifles y bombas. E Israel, por su parte, no parece interesado en poner fin al conflicto. No tengo sugerencias concretas. No sé qué hay que hacer. Pero siento que las cosas no son muy prometedoras.
Etgar Keret y Jonathan Safran Foer: Keret: No creo que Jonathan pierda el sueño preocupándose de que Israel sea destruido. Creo que está haciendo preguntas sobre la relación entre Israel y los judíos estadounidenses. Y la mejor manera de responder a estas preguntas es imaginar a Israel en un verdadero peligro mortal y preguntar hasta dónde llegarían los judíos estadounidenses para defenderlo. Esto, al menos, es como lo leí [la última novela de Safran Foer, Here I Am (Aquí estoy)]. No sé si esto es lo que tenías en mente cuando lo escribiste. Safran Foer: Esto es lo que tenía en mente. Tenía preguntas sobre identidad que no sabía cómo resolver. Traté de entender cuánto realmente les importa a los judíos estadounidenses, y no puedes pensar en cuánto algo te importa sin pensar en la posibilidad de que puedas perderlo. La segunda pregunta que me interesó en el libro no era específica de Israel, sino la noción de hogar en general. ¿Qué es un hogar? ¿Y qué es una patria?
Sobre Donald J. Trump
Ayelet Waldman: Sabes, Jared Kushner es el judío mascota de Trump. Siempre ha existido ese personaje, como también había facilitadores en los campos de la muerte y en los guetos también. Siempre existe el judío que facilitará la agenda del antisemita. No creo que Trump tenga una ideología coherente. Creo que él personalmente es un antisemita, y lo puedes ver con las cosas que él dice. Como cuando dice: “Ustedes y su dinero”. Quiero decir, esos son dichos antisemitas, ¿verdad? Creo que sólo le interesa el poder personal, y no ve nada malo en hacer un trato con gente abiertamente antisemita. Creo que estamos más abajo en su lista que los musulmanes, pero creo que ese tipo de antisemitismo despiadado ahora tiene permiso para florecer. Me siento segura en California, pero ya no me siento cómoda en los Estados Unidos.
Paul Auster: En lo que a mí respecta, elegir a Donald Trump es la mayor catástrofe que podría haberle ocurrido a los Estados Unidos. Me despierto cada mañana y me pregunto, ¿cómo puede haber sucedido esto? ¿Y cuánto peor puede ponerse? Elegimos a un loco, el tipo de persona a quien nunca se le debe permitir tener ningún poder político.
Nicole Krauss: Parte de lo que hace que mi relación con Israel sea tan conveniente es que mi vida no depende de su política. Pero sí depende de la política de mi propio país, y las cosas no están muy bien en este momento. Nuestra situación es traumática, porque por primera vez estamos bajo la profunda influencia de la psicología de un solo ser humano. Aprendimos en la escuela acerca de Hitler, Mussolini y Gadafi, pero en los Estados Unidos, a pesar de toda nuestra reverencia por el individualismo, hemos creado un sistema de controles y equilibrios para que nunca nos encontremos dependientes de la psicosis de un solo hombre. Los padres fundadores no podrían haber anticipado los medios sociales, y el hecho de que algún día tendríamos un presidente que tweetará nuestras vidas. Ahora todos somos como los hijos de un padre totalitario que sufre de narcisismo y paranoia. Cambiar de un presidente muy inteligente y muy decente a lo que tenemos ahora es un terrible trauma.
Sobre las profecías
Amos Oz: Quiero repetir algo que dije hace 30 o 40 años. Todavía estoy de acuerdo con eso, y lo encuentro no trivial: en el judaísmo, cualquier forma de mesianismo que piensa en sí misma en tiempo presente es falso mesianismo. Esta es la paradoja de la idea mesiánica en Israel: en cuanto se convierte en el presente, es una mentira. Mesías Ahora es un falso Mesías.
Paul Auster: Estoy ligado a mi judaísmo, tanto desde el punto de vista teológico como histórico. El judaísmo es una religión radical, la primera en tener en cuenta a todas las personas, ricas y pobres, amos y esclavos. Su aparición fue un punto de inflexión en la conciencia humana, y hay capítulos en la historia judía que han tenido una gran influencia en la formación de mi propia cosmovisión. Tomemos el Libro de Jonás, por ejemplo, el texto que leemos en Iom Kipur. Es uno de los libros más extraños de la Biblia: es corto, escrito en tercera persona y es un poco cómico. Jonás trata de escapar de su destino divino. Él no quiere ser un profeta, no quiere ir a Nínive, que es una ciudad pecadora conocida por su odio a los judíos. Es un poco como Dios enviando a un profeta judío a predicar en la Alemania nazi. Y luego, cuando los lugareños hacen teshuvá y se arrepientan, uno comprende que el libro trata de la justicia universal. Su principal mensaje es que, si sólo algunas personas disfrutan de los beneficios de la justicia, entonces no es justicia en absoluto.
Traducción: Daniel Rosenthal