Secularismo israelí

Carlo Strenger, Haaretz 12 de enero de 21017

En Haaretz se ha estado desarrollando un interesante debate sobre “qué es lo que anda mal con el secularismo” y “por qué Israel es cada vez más religioso”. El disparador es, en gran medida, la transformación del sistema nacional de educación en un clon del sistema religioso-sionista realizada por el ministro de Educación, Naftali Bennett, sustituyendo el civismo por el adoctrinamiento judío e introduciendo cada vez más contenidos religiosos judíos.

Han sido propuestas dos respuestas interesantes sobre por qué la laicidad es cada vez menos interesante para los israelíes. Rami Livni ha argumentado que el secularismo se está suicidando, principalmente porque “el secularismo israelí ha descartado la cultura hebreo-israelí que fue milagrosamente creada aquí: desde el cantautor Arik Einstein a la poeta Lea Goldberg, desde la cantante Ajinoam Nini al ciclo de canciones infantiles ‘La 16ª oveja’, desde el novelista A. B. Yehoshua hasta el compositor y columnista Eli Mohar”.

En oposición a esto, Shlomo Avineri ha argumentado que el fracaso del secularismo israelí deriva de su falta de contenidos: se ha limitado a cuestiones muy específicas, como los derechos de las mujeres y los homosexuales y el derecho de las mujeres a rezar en el Muro de los Lamentos. Avineri afirma que sólo un retorno a la reinterpretación del ser judío del sionismo laborista, como justicia social, igualdad y solidaridad, puede contrarrestar la menguante capacidad de atracción del secularismo israelí.

Estoy en desacuerdo con ambos, tanto con Livni como con Avineri. Permítanme comenzar con este último. Durante décadas, la izquierda israelí ha intentado ganar las elecciones restando importancia a la seguridad y haciendo hincapié en la justicia social, la igualdad y la solidaridad, pero esto ha fracasado en gran medida durante los últimos 40 años, sobre todo cuando fue dirigida por líderes con una fuerte agenda social como Amir Peretz y Shelly Yacimovich.

En una zona de conflicto como Israel, la derecha focaliza su agenda política en la seguridad y la identidad nacional, y ningún énfasis socialdemócrata puede cambiar esto. Incluso las protestas por justicia social de 2011 apenas hicieron mella en la marcha de Israel hacia el renacimiento religioso-sionista; por lo tanto, la idea de Avineri simplemente no se ajusta a los hechos históricos.

El énfasis de Livni en la milagrosa cultura secular israelí desde Lea Goldberg a Arik Einstein es atractivo, pero falla por una razón que nos lleva al quid de la cuestión: Israel ha desarrollado, de hecho, una rica y vibrante cultura secular, pero para la mayoría de los israelíes esto no es suficiente para sostener su identidad y necesidad de significado.

Existe una causa profunda para este devenir de los hechos. La investigación empírica en sicología existencial ha demostrado que los seres humanos tienen una tremenda necesidad de conectar su identidad con las tradiciones culturales y religiosas que tienen profundidad histórica. Todos tenemos miedo a la muerte y todos queremos pertenecer a algo más grande que nosotros mismos, algo que prometa la inmortalidad. En esto consiste la enorme fuerza de la religión, reflejada en el hecho de que alrededor del 85 por ciento de la humanidad continúa adhiriéndose a alguna forma de religión.

La necesidad de la promesa de inmortalidad aumenta aún más cuando los seres humanos se sienten amenazados en su supervivencia y se les recuerda su mortalidad. Por desgracia, Israel se encuentra en una de las regiones más inestables y violentas del globo, y los israelíes se sienten amenazados constantemente. Como consecuencia, la joven cultura hebreo-israelí no proporciona suficiente protección sicológica y el judaísmo se hace cada vez más atractivo para los israelíes.

Los israelíes están abrazando la religión porque, como lo ha demostrado el politólogo Uriel Abulof mediante el uso de la sicología existencial, los israelíes se sienten profundamente inseguros y tienen dudas sobre el éxito del proyecto sionista a largo plazo. Es por eso que quieren conectarse con 3.000 años de historia judía y con la promesa bíblica de que la descendencia de Abraham vivirá para siempre, que el Mesías vendrá y que el mundo reconocerá a los judíos como el Pueblo Elegido.

Livni tampoco se da cuenta de que mientras el secularismo liberal occidental es de hecho un sistema de valores poderoso que ha transformado el mundo occidental en los últimos tres siglos, por lo general es antinacionalista y siempre ha sido universalista y cosmopolita. La cultura de la ilustración que dio a luz al secularismo liberal ha evolucionado hacia una red que ha abarcado toda Europa durante siglos y luego también los Estados Unidos.

Por lo tanto, el secularismo liberal no puede ser específicamente israelí. Aunque judíos tales como Marx, Freud y Einstein han hecho una notable contribución a la cultura mundial, y los logros científicos y culturales de Israel son notables, la modernidad no existiría sin Da Vinci, Galileo, Newton, Kant, Darwin y Picasso, ninguno de los cuales es judío.

Es por eso que los liberales seculares de Israel hacen hincapié en los derechos humanos universales. Como resultado, la derecha política nacionalista y religiosa nos llama antipatriotas, y el término “cosmopolita” es utilizado como un insulto que implica que los liberales seculares “no tenemos valores”, porque no aceptamos la tradición judía y la autoridad rabínica sin cuestionarla y porque nos negamos a ver a los judíos como el Pueblo Elegido.

Por eso, me temo que ni el regreso de Avineri al sionismo laborista ni el llamado de Livni a celebrar la cultura secular de Israel, harán volver a los israelíes al secularismo liberal, que no ofrece ni consuelo religioso ni promete la inmortalidad. Los liberales seculares de Israel deben darse cuenta de que somos una minoría, que nuestros ideales de ilustración cosmopolita no satisfacen las necesidades de la mayoría de los israelíes, y que es poco probable que podamos darle forma a la cultura dominante y a la identidad política de Israel en un futuro previsible.

Nuestra única opción es la defensa de los principios básicos de la democracia liberal de Israel para crear un espacio en el que podamos vivir de acuerdo con nuestros propios ideales y valores, y darnos cuenta de que el sionismo liberal ha perdido la batalla por el alma de Israel ante la ideología religiosa-sionista.

Traducción: Daniel Rosenthal