Elul, el cierre. Tishre, el comienzo

Al final, tanto hablar de Elul, resultó útil y sano simplemente detenerse y focalizar. Durante una semana salteamos el editorial; a veces es bueno quedar en una suerte de blanco y arrancar de vuelta. La semana siguiente nos conmovió el fallecimiento de Shimon Peres, Z’L. ¿Cómo afronta uno el desafío semanal de escribir? No cabe duda que sucesos de la realidad como éste último disparan reflexiones varias; pero si uno se ha propuesto transitar un tiempo específico, Elul, de una manera determinada, la realidad difícilmente coincida con nuestras intenciones y propósitos. La introspección es un ejercicio de ausencia del presente pero de fuerte impronta del pasado y el futuro.

Desde hace muchos años ésta época del calendario hebreo me remonta a un poema de Natán Yonatán (1923-2004) musicalizado por Zvika Pick, “Neesaf Tishre”

https://www.youtube.com/watch?v=YqGtaClQmiU&list=PL5N0TyLmWfcmeoK_VbQ5JthWTtGOOfr0D

La alusión del título y el estribillo es clara, pero la letra difícil, llena de referencias bíblicas, imágenes místicas, y alusiones personales del poeta. Con el correr de los años y la ayuda de amigos hebreo-parlantes y conocedores de literatura me he ido aproximando a una aprehensión más cabal de la canción. Sin embarco me convoca más desde la musicalidad de su poesía que desde la comprensión cabal de su letra. La idea de un tiempo que se “recoge sobre sí mismo” y muere un poco me parece muy sugestiva. Entrelazar las historias y pecados de nuestros héroes bíblicos como David, Saúl, y Ionatán, incluso desde el “pecado original”, parece apropiado para esta época.

Podemos entonces pensarnos de este modo: nos contamos historias bíblicas de heroísmo y perseverancia, de amor y pasiones, pero en ésta época del año debemos confrontarnos a nosotros mismos. Morir un poco significa precisamente eso: la metáfora de una muerte que no es tal sino que habilita el renacer. El niño al que el poeta invoca hacia el final de la canción puede ser su hijo caído en la Guerra de Iom Kipur (dato biográfico) o la oportunidad de volver a empezar cada año. Seguramente es ambas.

Sí, este período del año es un tiempo de sensibilidades especiales, de reencuentros y recuerdos, de duelos y esperanza. Cada uno maneja sus ambigüedades y circunstancias de una manera diferente: algunos por la mera reunión familiar (íntima o multitudinaria, no hace a la cosa); algunos a través del rezo y la oración; otros a través de un proceso espiritual más genérico que judío; y muchos a través de la intelectualización de las ideas subyacentes detrás de las fechas.

En lo personal elegí este año compartir mi lectura de una cierta sensibilidad poética con nuestros lectores. Sepan hebreo o no, es bueno saber que un buen judío emigrado de Europa, un kibutznik del Hashomer Hatzair, también supo encontrar palabras de consuelo en la religión de sus antepasados y los mitos de su pueblo. Nada que nosotros mismos no podamos hacer.

Que seamos inscriptos en el libro de la vida, la sensibilidad, y la esperanza.

Gmar Jatimá Tova!

Ianai Silberstein