Netanyahu vs. la opinión pública israelí

Ari Shavit, Haaretz, 17 de agosto de 2016

Benjamín Netanyahu está convencido de que le echaremos de menos. Él sabe lo que los investigadores están investigando, él sabe lo que los abogados están revisando. Siente que la soga se está apretando alrededor de su cuello, por lo que se está preparando para lo peor. Quiere contar su historia antes de que se contamine. No tiene ninguna duda de que, si es destituido, el público lo lamentará. No tiene ninguna duda de que él solo se interpone entre Israel y su destrucción.

La visión del mundo de Netanyahu es la visión del mundo de su padre, Benzion Netanyahu, que más o menos sostiene que la realidad es un cuadrilátero de lucha libre darwiniana entre las potencias, en la que el fuerte sobrevive y el débil desaparece. Los valores, las emociones, los usos y costumbres en realidad no tienen importancia. Si eres poderoso, todo el mundo querrá estar cerca tuyo, aunque no les caigas bien. Si estás desvalido, te clavarán un cuchillo en la espalda, aunque les caigas bien. La única clave para la supervivencia es el poder, el poder y el poder.

Sin embargo, según ambos Netanyahu, el mayor – historiador – y el más joven – gobernante –, hay dos tipos de personas que no entienden este hecho básico: los liberales y los judíos. Por lo tanto, los liberales tienden a aplicar una política tonta y los judíos no tienen talento para gobernar. Por lo tanto, los liberales judíos son personas especialmente odiosas que se pavonean mientras caminan ciegamente por los peligrosos caminos de la selva de la historia. Depender de la izquierda acarreará otro desastre – el definitivo – al pueblo judío.

Esta es la razón por la cual Netanyahu está convencido de su propia grandeza. En su visión, el estado que heredó hace dos décadas estaba al borde de la ruina, debido a los inútiles acuerdos de Oslo. En su visión, la economía que heredó era pequeña, en mal estado y cerrada. Sin embargo, durante los años en que él ha estado a cargo, Israel ha desarrollado un poder económico que financió su poder militar, que a su vez se está convirtiendo cada vez más en un poder político.

¿Alta tecnología? ¿Cibernética? ¿Agua? ¿Gas? Lo que sea, Israel lo tiene. El gato callejero israelí de los años 90 se ha convertido en un tigre musculoso. El terror palestino fue aplastado, la migración masiva desde África fue bloqueada, las guerras con los estados vecinos han pasado. Y desde que Israel se convirtió en una potencia militar y tecnológica, es capaz de hacer nuevas alianzas (China, Japón, India, Rusia), de abrirse paso en nuevos continentes (África, América del Sur) y de convertirse en el amor del mundo árabe.

Así que, de acuerdo a Netanyahu, si sólo nos liberáramos de la distorsión de los medios de comunicación (Noni Mozes, editor de Yedioth Ahronoth) y de la distorsión ideológica (la izquierda), veríamos que todo aquí es realmente fantástico. Mientras Netanyahu esté protegiendo nuestra existencia misma, la vida aquí es, de hecho, la vida en el paraíso.

La imagen de Netanyahu de la realidad no es infundada. No todo es sombrío aquí y no todo está en ruinas. El hombre sentado en la oficina del primer ministro tampoco es una persona superficial, cínica o frívola. Pero la imagen de Netanyahu de la realidad pasa por alto dos hechos básicos. Uno es que bajo su gobierno estamos perdiendo la mayoría judía, la soberanía judía, la moral judía y el estado judío. El otro es que su gobierno está desgastando los valores democráticos, las instituciones democráticas, el espíritu democrático y el estado democrático.

Aparte de eso, todo puede estar bien. Pero sin un estado judío y un estado democrático, no hay vida, no hay futuro, no hay nada. Así que tal vez es hora de que el primer ministro deje de despreciar tanto a los judíos liberales. Pueden tener bastante que aprender de él, pero él también tiene mucho que aprender de ellos.

El poder es importante, pero el poder no es la única fuerza que opera en la historia. La moral, la fraternidad, la buena voluntad y la espiritualidad también son necesarias, e incluso el amor por Israel y la unidad del pueblo. En ausencia de una visión, la nación se vendrá abajo. En ausencia de un estado judío democrático, no habrá sionismo.

Traducción: Daniel Rosenthal